Una mirada a la vida y reinado de Isabel II
EFE
Elizabeth Alexandra Mary –su nombre de nacimiento– era monarca del Reino Unido y soberana de otros catorce Estados de la Mancomunidad de Naciones. También se desempeñaba como gobernadora suprema de la Iglesia de Inglaterra, la iglesia anglicana. Tuvo la responsabilidad de reconstruir el país tras la devastación de la Segunda Guerra Mundial y logró convertirse en un indiscutido símbolo de la unidad nacional de los británicos.
Nacida en Londres en 1926, fue la hija mayor del príncipe Alberto, duque de York y de Isabel, duquesa de York. Desde muy niña recibió una educación privada centrada en historia, lengua, literatura y música. Aunque reconocida por ser parte de la familia real, no se esperaba que Elizabeth llegara a reinar: su padre era el segundo hijo del rey Jorge V y ella estaba tercera en la línea de la sucesión.
Alberto, padre de Isabel, fue coronado como Jorge VI en diciembre de ese mismo año. La princesa, por lo tanto, se convirtió en la heredera legal del trono y ganó el título de “Su Alteza Real la princesa Isabel”.
En 1939, al estallar la Segunda Guerra Mundial, Isabel y su hermana Margarita se refugiaron en Balmoral, el mismo lugar donde la mujer moriría 83 años después. En diciembre de ese año, la familia real se trasladó al castillo de Windsor y sirvió de apoyo moral al asediado pueblo británico. Ya en 1944, con los avances aliados, Isabel visitó Italia e ingresó en el Servicio Territorial Auxiliar (ATS, por sus siglas en inglés), la rama de mujeres del ejército británico durante la Segunda Guerra Mundial.
Cuando terminó la guerra, Isabel y Margarita se perdieron entre la multitud para celebrar el Día de la Victoria. “Les preguntamos a nuestros padres si podíamos salir y ver la celebración por nuestra cuenta. Recuerdo que estábamos aterrorizadas de que fuéramos reconocidas… nunca olvidaré las filas de personas desconocidas uniendo sus brazos y caminando por Whitehall. Todos fuimos simplemente invadidos por una marea de felicidad y alivio”, contó.
Matrimonio
Dos años después de finalizar la guerra, en 1947, la futura reina se enamoró y contrajo matrimonio con el príncipe Felipe de Grecia y Dinamarca. Felipe era un extranjero sin respaldo financiero y sus hermanas estaban casadas con nobles alemanes pronazis. Marion Crawford, famosa educadora escocesa, escribió sobre él: “Algunos de los consejeros del rey no lo creían suficientemente bueno para ella. Era un príncipe sin hogar ni reino”.
Felipe renunció a sus títulos nobiliarios y se convirtió de la ortodoxia griega al anglicanismo. Ambos tuvieron cuatro hijos: Carlos, Ana, Andrés y Eduardo. Carlos, el primogénito, nació el 14 de noviembre de 1948 y se espera que sea coronado como Rey de Inglaterra durante las próximas semanas.
El rey Jorge VI, padre de Elizabeth, murió de cáncer de pulmón en 1952, a los 56 años. Al año siguiente, Elizabeth Alexandra Mary fue coronada como Elizabeth II en la Abadía de Westminster: por primera vez en la historia, la ceremonia fue televisada. Comenzaba un largo y exitoso reinado, aunque no carente de escándalos ni dificultades.
70 años de reinado
Durante su reinado, Isabel II vio pasar 15 primeros ministros, 17 Copas Mundiales de Fútbol, casi 20 Juegos Olímpicos y siete papas. La monarca tuvo su jubileo de plata en 1977; de oro, en 2002; de diamante, en 2012; de zafiro, en 2017 y de platino, en junio de este año.
Isabel II es la monarca que más viajó en la historia del Reino Unido: realizó giras por países como Chipre, India, Pakistán, Nepal, Irán y Ghana. Se calcula que dos tercios del total de australianos la vieron pasar durante 1953/54. La mujer fue testigo de la transición del Imperio británico a la Mancomunidad de Naciones y desempeñó un papel fundamental como representante de su país.
Como soberana británica, Isabel II construyó un reinado marcado por su negativa a opinar de nada, mucho menos de política, un silencio que le permitió consolidar una monarquía que no ha estado exenta de desafíos ni de críticas.
La reina siempre disfrutó de una gran popularidad, dentro y fuera de las fronteras británicas, y su imagen fue sinónimo de estoicismo y compromiso con el servicio público.
Los 70 años del reinado de Isabel II están asociados con su estilo de reinar: una mezcla de tradición, discreción y, sobre todo, capacidad para adaptarse a los cambios.
«Es muy difícil distinguir a la institución de la persona. Creo que la reina Isabel II ha sido un fenómeno y ahora nos estamos dando cuenta de eso», dijo a EFE el profesor Philip Murphy, director del Instituto de Estudios de la Commonwealth (Mancomunidad Británica de Naciones), de la Universidad de Londres.
Según Murphy, Isabel II ha sido una monarca tradicionalista que ha hecho un «trabajo extraordinario» al «suprimir sus propios puntos de vista y ser una figura que está por encima de la política».
Durante sus largos años de reinado, Isabel II jamás concedió una entrevista ni expresó opiniones, más allá de cumplir con sus funciones de Estado al repetir los discursos que le preparaba su Gobierno, como los que pronunciaba en el Parlamento.
Profesional como pocas y con la idea bien clara de que el que reina no gobierna, Isabel II utilizó el poder del silencio para afianzar una monarquía que se había tambaleado en 1936 cuando su tío, el rey Eduardo VIII, abdicó y, también, cuando la princesa Diana, exesposa del príncipe de Gales, murió en agosto de 1997.
En una ocasión, con la alusión a que había que «pensarlo bien», Isabel II se refirió de manera muy escueta a Escocia días antes de la celebración del referéndum sobre la independencia escocesa en septiembre de 2014, cuando la escisión fue rechazada por los ciudadanos.
A lo largo de los años, la reina superó uno y otro escándalo, aplicando siempre la discreción y escuchando las opiniones de los demás, desde políticos hasta expertos en relaciones públicas.
«La monarquía ha tenido sus vicisitudes. El peor momento fue el ‘annus horribilis’ (año horrible en latín) de 1992, con el incendio en el castillo de Windsor que destruyó 115 salas, y la separación del príncipe Carlos de la princesa Diana», señaló a Efe Robert Hazell, experto constitucional del University College London (UCL).
Pese a ese obstáculo, los analistas han destacado que la reina pudo superar esos peligros para la monarquía, especialmente cuando se produjo la muerte de Diana de Gales en agosto de 1997.
Para muchos, Isabel II ha sido símbolo de unidad nacional y compromiso, pues prometió de joven que se entregaría al servicio del país hasta su muerte, descartando por completo la abdicación.
Aunque por el momento las encuestas indican que los británicos no quieren un cambio constitucional en favor de una república, el futuro de la monarquía bajo el reinado de Carlos es incierto
Con información de La Voz y EFE