Un artista ermitaño abre parque temático Dismaland - 800Noticias
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El grafitero más famoso del mundo, cuya identidad permanece oculta bajo el seudónimo de Banksy desde hace dos décadas, completó su más espectacular trabajo hasta la fecha en un lánguido enclave turístico costero del oeste de Inglaterra.

Es un parque temático, Dismaland, que subvierte la idílica temática de Disneylandia con el despliegue de una colección de siniestras esculturas en un antiguo centro de ocio junto al mar que baña la localidad de Weston-super-Mare.

La publicidad que el misterio de la figura de Banksy confiere a su firma ha redundado en la altísima cotización de un artista nacido de la protesta contra el establishment, aerosol en mano, y empeñado hoy en seguir renegando de los tradicionales canales de comercialización de su obra. La exposición de Weston-super-Mare, ubicada a una veintena de kilómetros de su Bristol natal (uno de los pocos datos de su biografía que ha confirmado), fue orquestada bajo la cobertura de una supuesta producción cinematográfica que justificaría el trasiego de las últimas semanas en torno al clausurado centro de recreo bajo el nombre de Tropicana.

Pero los habitantes de la población acabaron reparando en que esa anunciada filmación de una película de Hollywood, un thriller según se les dijo titulado Grey Fox, nunca se tradujo en la presencia de cámaras o de otra parafernalia que suele acompañarlas, y sí en cambio en el trasiego de extrañas esculturas como la que emula de forma desoladora el castillo en tono rosa pálido de la Cenicienta del cuento y que los fotógrafos consiguieron finalmente capturar desde el exterior.

La original muestra Dismaland une dos de las constantes del maestro del street art: reivindicar una serie de espacios urbanísticos abandonados a su suerte aunque en este caso se trate de primera línea del mar y seguir desarrollando un lenguaje muy crítico contra la mercantilización de lo que él entiende como arte popular.

La hoy cotizadísima firma de Banksy pertenece a un territorio alimentado por el secretismo en torno a la verdadera identidad del artista callejero más influyente de las últimas décadas. Hace siete años se le atribuyó la personalidad de un tal Robin Gunningham, nacido en Bristol, pero nadie ha sido capaz de verificar que esa sea la verdadera identidad de uno de los nombres que ha convertido al street art en objeto de codicia de marchantes y coleccionistas.

 

Fuente: El Nacional

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