Rebecca Hall: «El terror puede manejar cosas de las que nos cuesta hablar» - 800Noticias
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EFE

El luto, el dolor y la ausencia se infiltran de manera perturbadora en «The Night House», una sofisticada y cautivadora película protagonizada por Rebecca Hall y en la que la actriz británica aborda dilemas existenciales desde los códigos del cine de terror.

«A menudo, el terror puede manejar cosas de las que nos cuesta hablar», aseguró en una entrevista con Efe.

Con la asombrosa dirección de David Bruckner («The Ritual», 2017), «The Night House» llega este viernes a los cines de Estados Unidos tras pasar por el Festival de Sundance.

La premisa de esta película es bastante sencilla: Beth (Hall) se encuentra destrozada tras el suicidio de su esposo (Evan Jonigkeit).

Pero ahí comienza un retorcido laberinto y juego de espejos, ya que Beth, que sigue viviendo en la preciosa casa al borde del lago que ideó su marido, comienza a sentir una fantasmal presencia por las noches que le hace replantearse su vida y dudar de sus convicciones más sagradas.

Además de la soberbia interpretación de Hall, que se echa a la espalda el peso narrativo de la cinta, «The Night House» destaca por la minuciosa y sugestiva puesta en escena de Bruckner, que saca partido de todos los rincones de la casa -con efectos ópticos y una gran fotografía- para transformar una delicia arquitectónica en un turbio espacio para el terror, la obsesión y la angustia.

Pregunta.- Dado que usted también es cineasta («Passing», 2021), ¿qué le pareció atractivo de la visión y el estilo de Bruckner en «The Night House»?

Respuesta.- Me fascinó completamente su determinación para abordar solo películas de terror. Inmediatamente me pareció muy intrigante: un director que está solo interesado en perfeccionar un género.

Y ya es un maestro en eso. Quiero decir, él entiende la precisión que se necesita y está constantemente rastreando dónde se sitúa el público en cada momento de la historia. Sabe cuándo necesitan un susto y cuándo necesitan un momento para relajarse.

Ese sentido del ritmo y de la intuición sobre la experiencia del público es lo que diferencia a unos cineastas de otros. Disfruté de verdad ver a su cerebro montando este puzzle. Fue muy divertido.

P.- En el comienzo de la película encontramos a Beth totalmente perdida tras la muerte de su marido.

R.- Creo que la película se concentra en un momento realmente interesante de la historia de Beth.

Hay un montón de cintas que lidian con funerales, muertes repentinas y todo eso. Y también hay un montón de películas que lidian con el luto unos meses después de la muerte, cuando ya el personaje está intentando reconstruir su vida.

No se me ocurre otra película que lidie con esta tierra de nadie directamente después de un funeral y antes de que el personaje pueda procesarlo para ser capaz de llorar la muerte.

Es una especie de limbo de no realidad, shock e ira que me parece un momento muy interesante para engancharse a la historia de Beth.

Al margen de eso, todo esto la hace una heroína increíblemente peligrosa. Está dispuesta a ser poseída, no tiene nada que perder y eso es algo escalofriante de ver.

LA MITOLOGÍA DEL TERROR

P.- El luto es uno de los grandes temas de esta cinta. ¿Por qué considera que el terror puede ser un género útil para abordar asuntos como este?

R.- A menudo, en el arte es realmente difícil abordar los grandes temas.

Siempre estamos enfrentándonos con todo eso, pero los grandes temas existenciales como la vida y la muerte, la ausencia, la pérdida, cómo lidiamos cuando de repente no hay nada (…), todo eso es muy difícil de articular.

Curiosamente, creo que tienes una mejor manera de abordarlo si lo haces de modo indirecto con un género que pueda crear una mitología y poner eso en el ámbito de las metáforas.

Por eso pienso que las películas de terror y de género funcionan y son necesarias: a menudo, pueden manejar cosas de las que nos cuesta hablar o que nos cuesta superar (…) Es como la poesía: a veces no necesito que me muestren algo, sino que necesito un poema para entenderlo.

P.- Tenía un gran reto interpretativo en esta película: está sola en escena prácticamente todo el rato…

R.- Literalmente no había nada ante mí a lo que enfrentarme. No sé cómo lo hice (risas). No lo sé, pero me alegro de que funcionara.

Fue difícil. Simplemente me sumergí en eso, intenté creer tanto como pudiera en que lo que estaba sucediendo estaba realmente sucediendo, y dejé el resto al azar.

Con frecuencia no sabía lo que iba a hacer cuando gritaban «acción», pero me parece que eso, de alguna manera, fue un buen modo de hacerlo. Hubo mucho instinto.

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