¿Quiénes fueron los ángeles caídos?
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El primer nombre que a cualquiera se le vendrá a la cabeza al pensar en la encarnación del mal según la religión cristiana será el de Satanás (aunque también valdrían Lucifer, el Príncipe de las Tinieblas, Belcebú, Mefistófeles…), señor del infierno y enemigo declarado de Yahveh. Se trata de la personificación de todos los males y pecados que pueden existir, responsable de extender esta oscuridad por el corazón de los hombres y con la eterna mancha de haber intentado usurpar el lugar del propio Dios. Sin embargo, lo que tal vez sea menos conocido para el público general es que Lucifer no fue el único que se rebeló contra los dictados del altísimo.
Como suele pasar en el ámbito teológico, la historia de estos ángeles caídos se construye a partir de distintos autores, relatos y debates que han ido surgiendo a lo largo de los siglos. Resulta curioso saber que estos demonios apenas son mencionados en la Biblia y que Lucifer, el que más protagonismo tiene, aparece mencionado poco más de cincuenta veces entre los dos testamentos y muchas veces de forma confusa ya que algunos expertos piensan que ‘Satán’ no era su nombre sino una especie de cargo y una forma de referirse a alguien que se te oponía. La fuente más completa que se tiene sobre los ángeles caídos la encontramos en el Libro de Enoc, manuscrito escrito entre el siglo IV a.C. y el siglo I a.C. por un supuesto antepasado de Noé. El Libro de Enoc solo es considerado canónico por la Iglesia cristiana ortodoxa de Etiopía pero otras vertientes del cristianismo y del judaísmo sí reconocen su interés histórico.
En este texto, escrito originalmente en hebreo y arameo, se cuenta que los ángeles caídos eran los llamados Vigilantes o Grigori, seres celestiales que el mismo Dios envió a la Tierra para que vigilaran y protegieran al hombre durante sus primeras etapas. Sin embargo, el contacto directo con la humanidad llevó a estos ángeles a contradecir los mandatos divinos: unos fueron acusados de haber revelado secretos a los hombres que no debían conocer y otros de haber caído en el pecado de la lujuria al haber mantenido relaciones con mujeres y haber concebido a los Nefilim, gigantescos híbridos de humano y ángel. Ante esta afrenta Dios expulsó a los doscientos Vigilantes del Paraíso con la ayuda del arcángel san Miguel. Hay que señalar que, si bien el enfado por haber mantenido relaciones con humanos podría ser comprensible desde la perspectiva de Dios, la revelación de secretos es un motivo más que cuestionable para el destierro. Haberles enseñado a fabricar armas y el arte de la guerra tiene un pase, pero también condenó a aquellos ángeles que enseñaron a la humanidad los ciclos lunares, astrología, meteorología y el uso de las hierbas y raíces para su beneficio.
Con información de Muy Interesante
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