El padre Josiah K’Okal habría denunciado la trata de personas
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Son pocos los que creen la teoría del suicidio del padre Josiah K’Okal, quien fue encontrado sin vida el pasado martes dos de enero, colgado de una árbol de mangos.
Hay preguntas que aún faltan por esclarecer como por ejemplo ¿Por qué si usó una zona boscosa para ponerle punto final a su vida, los zapatos lucían impecables? ¿Por qué escoger una altura y una zona así para cometer el acto? ¿Por qué la soga con la que según se ató luce casi nueva? Pero más allá de ello, ¿Cuál fue el motivo por el cual acabó con su existencia terrenal si era muy querido por los indígenas Waraos y respetado por la comunidad?
El presbítero Josiah K’Okal, de origen africano específicamente Keniano, tenía 54 años, 30 años de profesión religiosa y 26 años de sacerdocio.
El misionero llegó a Venezuela en 1997, donde obtuvo la nacionalidad venezolana por su dedicación y más de 20 años de servicio a ese pueblo indígena. En los últimos años dedicó su vida misionera a servir a los indígenas Warao y a los más pobres del Delta de Amacuro en Nabasanuka y Tucupita a orillas del río Orinoco.
En el 2006 inició trabajos en la Pastoral Indígena del territorio deltano, donde aprendió warao para una mejor acción evangelizadora. Se hizo uno más de la etnia ganándose el respeto de quienes hoy claman una investigación profunda con resultados claros.
El cuerpo inerte de K´Okal, según fue hallado por campesinos que pasaban un ganado por un tramo de la carretera nacional a pocos metros de un Punto de Control que esta fuera de servicio ubicado cerca de Guarita, población rural ubicada en isla de Guara, al sur de Monagas.
Al salir el sol del primer día del 2024, el religioso agarró (como de costumbre) su bicicleta, para ejercitarse como en otrora lo hizo en su tierra natal donde fue deportista y combinándolo con su acción evangelizadora; desde allí no se supo más del consagrado a Dios, hasta que fue encontrado muerto.
Vale la pena destacar que el integrante de la Congregación Misioneros de la Consolata, dejó en la casa parroquial sus documentos, teléfono celular y equipos electrónicos a los cuales habrá que hacerle un vaciado como parte de la investigación y que pueda arrojar alguna señal, según dicen, sólo llevaba consigo las sagradas escrituras.
Desde la casa cural hasta el lugar donde fue localizado, recorrió aproximadamente 6 kilómetros, saludando a su paso a los habitantes del urbanismo indígena Janokosebe, y a los efectivos de la GNB apostados en la alcabala en la línea divisoria de los estados Monagas y Delta Amacuro.
Gran compromiso por el pueblo Warao
Ante su inesperado fallecimiento, llegaron muchos mensajes desde varias partes de Venezuela y el mundo a través de los cuales es posible comprender el amor con el que trató al pueblo venezolano y el entusiasmo con el que llevó a cabo su misión en los diferentes lugares que visitó. visitado.
Las Obras Misionales Pontificias de Venezuela enviaron un mensaje recordando que el Padre K’Okal “se convirtió en apóstol y hermano del pueblo Warao, con quien vivió la mayor parte de su vida sacerdotal.
Siempre estuvo atento a sus necesidades y fue un compañero en sus luchas. Nos queda el mejor recuerdo de un misionero feliz que supo acoger a todos para ofrecer consuelo y cercanía”.
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