Lo que Einstein no supo ver
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Uno de los fenómenos más intrigantes y desafiantes de la mecánica cuántica es el entrelazamiento cuántico. En este peculiar fenómeno de la física, dos o más partículas cuánticas, como fotones, pueden estar fuertemente correlacionadas a pesar de estar separadas por enormes distancias. Lo sorprendente es que no requieren de una conexión física entre ellas. Sus estados cuánticos —como el giro o el espín— están entrelazados, lo que significa que el estado de una partícula no puede describirse sin considerar el estado de la otra, independientemente de la distancia que las separe. Albert Einstein describió este fenómeno como «acción fantasmal a distancia».
El paradigma EPR y el debate sobre la completitud de la mecánica cuántica
La teoría cuántica sostiene que, cuando dos partículas están entrelazadas, sus estados permanecen correlacionados instantáneamente, sin importar la distancia. Un ejemplo sencillo, si tienes dos monedas cuánticamente entrelazadas, ninguna tiene un estado definido hasta que las observas. Antes de medirlas, ambas están en una superposición de cara y cruz ¡al mismo tiempo! Lo sorprendente ocurre al observar una de las monedas: su estado se define instantáneamente, y al mismo tiempo, la otra moneda adopta un estado complementario, independientemente de la distancia entre ellas. Esta propiedad desafía incluso las restricciones de la velocidad de la luz.
Aunque inicialmente fue visto como una curiosidad teórica, el entrelazamiento cuántico se convirtió en un tema de gran controversia en 1935, cuando Albert Einstein, Boris Podolsky y Nathan Rosen publicaron su famoso artículo que introducía la paradoja EPR. Su objetivo era mostrar que la mecánica cuántica, tal como la describía Niels Bohr, era incompleta. Argumentaban que, si el entrelazamiento cuántico era real, entonces debía existir algún tipo de «variables ocultas» que determinaran el estado de las partículas, sin la necesidad de la intervención humana o la observación.
Einstein y sus colegas proponían que el entrelazamiento implicaba que la teoría cuántica no describía adecuadamente la realidad, ya que permitía la correlación instantánea entre partículas distantes, algo que contradecía su teoría de la relatividad. Esta paradoja fue un intento de desafiar el formalismo cuántico predominante, sugiriendo que debía existir una explicación más profunda y determinista de los fenómenos subatómicos.
Sin embargo, el teorema de Bell, formulado en 1964 por el físico John Bell, permitió poner a prueba las predicciones de la mecánica cuántica frente a las teorías de variables ocultas. Los experimentos que siguieron demostraron que las desigualdades de Bell eran violadas consistentemente, confirmando que el entrelazamiento cuántico es real y que no existen «variables ocultas» locales capaces de explicar este fenómeno.
Con información de Muy Interesante
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