¿Habían momias realmente en las pirámides de Egipto?
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Entre las muchas ideas erróneas sobre el Antiguo Egipto, una muy extendida por la comunidad de lo enigmático es pensar que los arqueólogos nunca han encontrado momias en las pirámides. No es así, tenemos restos humanos encontrados en pirámides.
Es cierto que son momias menos numerosas y peor conservadas, lo que ha podido acarrear menos repercusión en la divulgación histórica. Pero tenemos localizadas las momias de, como mínimo, un soberano de cada una de las dinastías egipcias que mandaron construir pirámides. Desde la III hasta la XII dinastía, los faraones y sus allegados se enterraron en pirámides y hemos logrado encontrar algunos de sus restos.
Menos momias y mal conservadas
El número menor y la peor calidad de conservación podrían tener explicaciones muy sencillas: una pirámide es bastante más fácil de localizar que una tumba enterrada. Los saqueadores insistieron durante años hasta lograr llevarse el rico ajuar que solía acompañar los enterramientos de nobles egipcios y, a su paso, destruyeron o dejaron en malas situaciones para su conservación los restos humanos.
Y en cuanto a la calidad de las momias, conviene recordar que la momificación fue una técnica que mejoró mucho a lo largo de la historia de Egipto. Comparado en el Reino Nuevo, los embalsamadores de las dinastías que construyeron pirámides era unos novatos conservando cuerpos. Más de 1100 años tuvieron de margen para mejorar. Muchas veces se pierde la perspectiva cronológica al hablar del antiguo Egipto como una civilización en bloque, pero su historia es inabarcable:
Cleopatra VII vivió más cerca en el tiempo del primer McDonald’s que de la construcción de las pirámides.
Y no solo los saqueadores de la Antigüedad son los responsables de la pérdida de momias de los reinos Antiguo y Medio, sino también los buscadores de tesoros de época moderna y los primeros egiptólogos, que desconocían el valor histórico de lo que para ellos eran simples restos de un muerto. Hoy día, encontrar una momia es todo un acontecimiento científico y mediático, pero hasta no hace mucho las momias acababan en cubos de basura o en las escombreras de las excavaciones.
Algunas se perdieron por dejadez y falta de organización en cajones del Museo de El Cairo, donde otras tantas han sufrido más deterioro en unos pocos años que durante los siglos que pasaron depositadas en sus tumbas. Nuestras técnicas de conservación y la propia visión de las momias como fuentes históricas también han avanzado.
Por supuesto, hay honrosas excepciones. Émile Amélineau fue un arqueólogo y egiptólogo francés que puso interés en encontrar huesos en la tumba de Khasekhemuy en Abydos. Encontró dos cuerpos, pero la falta de conocimiento en los tratamientos que requieren las momias para su estudio dio al traste con el intento. Amélineau cuenta lo siguiente en su informe:
“Hice recoger preciosamente todos los huesos; desgraciadamente, cuando quisimos tocar los huesos del primero se rompieron, el esqueleto se dislocó y el cráneo se partió. Cuando los llevé a El Cairo a un especialista para que los estudiara, me respondió que estaban en demasiado mal estado como para poder ser medidos. Lo siento enormemente, pero sólo podía dar lo que tenía”.
No sabemos dónde fueron a parar los huesos. Pero dejemos de dar explicaciones sobre lo que no tenemos y pasemos a los restos de momias encontradas en pirámides que sí conservamos.
Momias encontradas en pirámides
La primera pirámide construida fue la escalonada de Djoser. Desde época moderna han dado con algunos restos humanos en su interior, pero Jean-Philippe Lauer (1902-2001) encontró una costilla, un húmero, el pie izquierdo y parte del estómago de una momia en el sarcófago de piedra de Djoser. Sentimos desilusionarte, pero los restos pertenecen a varios individuos y están fechados posteriormente al faraón Djoser. Pero en la misma pirámide se encontró el cráneo de una princesa que fue enterrada a los 16 o 17 años, entre el 3532 y el 2878 a. C. No vamos sobrados en concreción cronológica, pero es el primer miembro de familia real enterrado en una pirámide que hayamos encontrado. El propio Lauer detectó en 1966 los restos del hijo de Sekhemkhet, el faraón que construyó la segunda pirámide.
La llamada pirámide Roja, en Dashur, fue construida por Esnefru, el primer soberano de la IV dinastía. Sus restos aparecieron momificados en su pirámide, la primera con los lados lisos, al modo de las tres grandes y famosas pirámides de Guiza. Esnefru fue el padre de Khufu (más conocido como Keops), el artífice de la Gran Pirámide. No tenemos ni idea de qué pudo ocurrir con su momia. Tenemos, en cambio, las vísceras momificadas de una reina de la IV dinastía, halladas en una pirámide subsidiaria.
Los egiptólogos han afirmado desde siempre que las pirámides fueron tumbas de los faraones egipcios. Desde 1997-1998, tenemos las pruebas que lo defienden. La momia del rey Neferefre, cuarto soberano de la V dinastía, fue encontrada en su tumba, que quedó sin terminar debido a la repentina muerte del faraón. A la V dinastía pertenece también una de las momias más completas y mejor conservadas hallada en una pirámide. Posiblemente sea la momia de Reputnub, esposa de Niuserre, el último faraón en levantar su pirámide en Abusir.
Un puñado de hallazgos más (y no está todo dicho en la arqueología de Egipto) demuestran la evidencia: las pirámides se construyeron como tumbas y en ellas han aparecido restos de los soberanos y sus esposas.
Fuente Muy Interesante