Guayaquileños llevan agua y comida a funcionarios que combaten a «terroristas»
EFE
Los guayaquileños que vieron el pasado martes su cotidianidad abruptamente interrumpida por delincuentes que causaron al menos ocho muertos, tomaron a 35 rehenes en un canal de televisión y dejaron destrozos en toda la ciudad, se han volcado a las calles para mostrar su solidaridad y agradecimiento con los miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía.
«Para mi son héroes porque están en las calles enfrentando a las bandas de criminales que causaron terror entre quienes vivimos en Guayaquil», dijo a EFE Esmeralda Quevedo, una ecuatoriana que no dudó en comprar varias botellas de agua que entregó personalmente afuera de la Cárcel Regional de Guayaquil a un grupo de soldados.
En ese lugar, ubicado en las afueras de Guayaquil, a diario hay presencia de miembros del Ejército y policías que patrullan fuertemente armados, mientras que desde el aire los helicópteros recorren los alrededores para detectar alguna anormalidad luego de que el 7 de enero escapara José Adolfo Macías Villamar, más conocido como ‘Fito’, líder de la organización criminal ‘Los Choneros’.
Dos días después, el mundo vio en directo cuando 13 delincuentes, dos de ellos menores de edad, pertenecientes presuntamente a la banda ‘Los Tiguerones’, entraron al canal TC Televisión y secuestraron a 35 periodistas, camarógrafos y productores.
A partir de ese momento «el terror se apoderó de toda la ciudad. Era un caos total porque había noticias de saqueos, muertos y secuestros por todas partes. Parecía que en Guayaquil había una guerra», explicó Jaime Zapata, otro ciudadano que, en compañía de su esposa, se acercó al canal, que también permanece custodiado.
La intención era la de entregarle refrescos a los policías y militares que, sin importar los 31 grados centígrados de temperatura que normalmente se registran en Guayaquil, permanecen varias horas de pie, bajo los inclementes rayos del sol, para devolverle a la ciudad la tranquilidad que perdió.
Uniendo fuerzas para espantar el miedo
Los jóvenes soldados del Batallón de Infantería Número 15 Guayaquil, que prestan seguridad en la vía que conduce a la ciudad de Daule, en la provincia de Guayas, saben que la ciudadanía los necesita.
«No podemos sentir miedo porque ahora más que nunca los ecuatorianos nos necesitan. Saben que las Fuerzas Armadas y la Policía estamos para servirle al pueblo y por eso nos están trayendo agua y comida», dijo un militar.
En agradecimiento, la Cámara Nacional de Acuacultura (CNA) siguió los pasos de los espontáneos ciudadanos del común y puso a disposición sus instalaciones para convertirlas en un centro de acopio de productos de aseo y no perecederos que entregará a las fuerzas del orden.
Bajo el lema ‘Uniendo fuerzas’, la donación inicial será de 2.000 kits que contienen alcohol, fideos, jabón de manos, aceite, pasta de dientes, arroz, una frazada, agua, papel higiénico, café, cepillo dental y azúcar.
Los donativos serán distribuidos como un espaldarazo a la labor que realizan los 167.910 efectivos activos de las Fuerzas Armadas y los 56.000 policías que, según datos de la Presidencia de la República, entre el 9 y el 14 de enero han detenido 1.327 personas, de ellas 143 por presunto terrorismo.
Durante esas operaciones han sido abatidos cinco delincuentes, dos policías perdieron la vida y 11 uniformados que estaban retenidos por las bandas criminales fueron liberados.
Los héroes anónimos de Guayaquil
La tensa situación que se registró la semana pasada en Guayaquil ha hecho que la solidaridad nazca en cada rincón. Ese es el caso de David Franco, un guardia de seguridad del Hospital Los Ceibos, quien con solo 15 días en su puesto de trabajo se enfrentó el 9 de enero a una ola de terror sin precedentes en la ciudad.
Ese día resultó herida de bala una estudiante de colegio. En medio de los disturbios y esquivando vehículos, como en las películas, su padre la llevó al centro médico.
Franco, que estaba de turno, vio cuando la niña se bajó del carro luciendo un uniforme blanco ensangrentado. Producto de la herida que recibió y el miedo, la menor se desmayó y el guardia no dudó en correr para auxiliarla. La cargó e ingresó a la sala de emergencias en donde le salvaron la vida.
Otro ‘héroe’ de Guayaquil es Daniel Medina, un conductor de autobús que el 9 de enero empezó a trabajar a las 13.30 hora local (18.30 GMT). Minutos más tarde leyó los mensajes que tenía en el celular. Eran sobre el ataque al canal de televisión. Su familia estaba desesperada por saber si estaba bien.
Él, con una valentía que hoy muchos aplauden, decidió hacer lo que creyó apropiado: «Me encomendé a Dios y empecé a gritarle a las personas suban, suban», sin exigirles el pago del pasaje y con la única intención de sacarlas del peligro que representaban en ese momento las calles y acercarlas a sus hogares.
Como reconocimiento, el Concejo local condecoró a los nuevos «héroes de Guayaquil», quienes adquirieron relevancia por el «generoso accionar ante los desafortunados sucesos» al «adoptar tan valerosas acciones ofrendando su propia existencia en favor de sus semejantes», reza el documento que recibieron Franco y Medina. EFE
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