El carro que nunca compraría Marty Mcfly
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En 1885 (véase Regreso al Futuro 3), Doc Brown y Marty Mcfly se ven obligados a utilizar una máquina de un tren de vapor para retornar a su presente. En ese momento de la historia no había coches semejantes a un DeLorean, pese a que desde el siglo XVIII se habían ido presentando rudimentarios modelos precursores de la automoción.
Realmente no fue hasta después de 1885 cuando en Alemania, primero Karl Benz y luego el grupo liderado por Daimmler, Maybach y Jellinek (Mercedes era el nombre de la hija del último) desarrollaron los primeros automóviles homologables a los actuales. Poco después en Francia, y en EE. UU. con el liderazgo de Henry Ford, se lanzó una de las industrias modernas más importantes.
Aquellos coches pioneros funcionaban con alcohol, y los hubo hasta eléctricos o impulsados por vapor, pero rápidamente se impuso un derivado del petróleo que se dio en llamar gasolina.
La llegada del petróleo
En realidad, la historia comercial del automóvil no se puede entender sin el desarrollo inicial de la industria del petróleo unas décadas antes. Así, en 1859, poco antes del comienzo de la guerra civil americana, Edwin Drake en Pennsylvania perforó el primer pozo petrolífero merecedor de ese nombre.
La primera petrolera del mundo, la Standard Oil Co. Inc., se dedicó desde 1870 a manufacturar aceite de petróleo para lámparas. Estuvo a punto de quebrar cuando poco después la malavenida pareja Tesla-Edison desarrolló la iluminación eléctrica en las ciudades, pero la automoción vino a rescatarla. Eran justo los mismos años en los que Marty y Doc usaban una locomotora de vapor alimentada por carbón.
Carbón, gasolina, electricidad y por supuesto madera coexistían ya a finales del siglo XIX. Esto nos sugiere que las transiciones energéticas son procesos de superposición y no de sustitución inmediata. Sin ir más lejos, en 1989 aún circulaba el último tren a vapor de Europa Occidental en España, en la provincia de León.
Gasolina con plomo
Muchos años después, en 1955 Marty se ve obligado a esconder su fabuloso DeLorean para no llamar la atención. Su némesis, Biff Bannon, conducía por entonces un Ford Super De Luxe que acaba lleno de estiércol tras una persecución. Era obviamente un coche de gasolina, lo mismo que el elegante Packard Custom Eight Victoria que conduce Marty para llevar a su madre al baile de graduación.
En una época de combustibles baratos, se producían algo más de 10 millones de coches en el mundo (en la actualidad son más de 80 millones al año) y el automóvil ya era un símbolo de la clase media.
En la gasolina, se usaba masivamente un producto denominado tetraetilo de plomo (tetraethyl lead, TEL). Este permitía mejorar el octanaje, es decir, el poder antidetonante de la gasolina y, como consecuencia, el rendimiento del motor.
Treinta años más tarde, el 26 de octubre de 1985, al inicio de la epopeya de Marty, la gasolina con TEL seguía siendo el combustible dominante. Aún se usaría por décadas aquella gasolina con metal pesado, a pesar de que se demostró la peligrosidad del tetraetilo de plomo y su asociación con la presencia de plomo de tipo antropogénico en la sangre de los ciudadanos.
Con información de RPP