Educar para La Paz
María García de Fleury
Educar para vivir en paz es una necesidad que toda sociedad, sobre todo las familias y las instituciones educativas, deben asumir. Los principios para una convivencia pacífica entre pueblos y grupos sociales se han convertido en un imperativo legal.
El derecho a vivir en paz es un derecho real. Educar para la paz es una forma de educar en valores, porque lleva implícito los valores de respeto a la dignidad personal, justicia, solidaridad, tolerancia, convivencia, respeto a los derechos humanos, cooperación, autonomía, racionalidad, amor a la verdad, solidaridad, religiosidad.
El enseñar el contenido específico de cada uno de estos valores debe estar unido a la formación de hábitos y habilidades sociales. Estos valores son esenciales para lograr la paz y son necesarios aplicarlos en el microcosmo familiar, escolar y en el macronivel de las estructuras sociales, porque ayudan a la persona a desvelar críticamente la realidad que se vive para poderse situar en ella y actuar en consecuencia.
La educación para la paz armoniza lo personal, es decir, la educación moral, sexual, de salud, la parte social y la parte ambiental. Así se logra una formación integral de la personalidad, es decir, una formación entera, completa, constituyéndose en una escuela de ciudadanía y de actitudes éticas.
Esta es una exigencia social generalizada, por eso la familia, la sociedad, pide colaboración a la escuela de manera que no se limite a transmitir conocimientos académicos, sino que forme personas capaces de vivir y convivir en sociedad, personas que sepan a qué atenerse y cómo conducirse, personas que traten de mejorar las cosas, las situaciones, no tanto de dominarlas, de manera de posibilitar el respeto a los derechos y las libertades fundamentales y el desarrollo de hábitos de convivencia.
La educación en valores incluye sobre todo la dimensión moral y cívica de la persona, busca evitar la violencia, posibilitando mecanismos de prevención, de ayuda, fomentando actitudes y hábitos de convivencia pacífica y de respeto a las libertades individuales y a los derechos de los ciudadanos.
Una educación para la paz, la no violencia y la convivencia tiene que asumir sistemáticamente la tarea de procurar que afloren aspectos como buen trato, comunicación, participación, información y sobre todo cooperación y solidaridad. Es preciso enfrentarse con buen ánimo a situaciones nuevas y desconocidas, favoreciendo la autoafirmación y la creatividad.
Es fundamental educar en el respeto a las normas cuando son justas y en la desobediencia cuando son injustas. Todos somos responsables de la educación para la paz, tanto a nivel personal como social, local e internacional. Los grandes retos educativos son aprender a ser, a hacer, a pensar y a convivir, porque la paz, aunque es difícil de conseguir, es un valor universalmente reconocido y profundamente enraigado en cada persona.
Al hablar de una visión integral de la educación para la paz, hablamos de una visión entera, global de la naturaleza del ser humano que armoniza todas las dimensiones de la persona. Cristo, al resucitar y estar entre sus apóstoles, lo primero que les deseó fue la paz. Amigos, busquemos la paz, porque ese es el mayor deseo de Dios para que los seres humanos se puedan desarrollar a plenitud y ser felices.
Al hacerlo, estaremos cumpliendo con la voluntad de Dios y con Dios siempre ganamos.
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