Día del Niño, por María García de Fleury
María García de Fleury
En el mes de julio se celebra el Día del Niño, en ese tiempo en que celebramos ese día, recordemos también que Jesús dijo, «Dejen que los niños se acerquen a mí, porque de ellos es el reino de los cielos», y en otro momento dijo, «Si no se hacen como niños, no entrarán en el reino de los cielos».
Celebrar el Día del Niño es momento oportuno para promover sus derechos, en especial su derecho a la vida, a la buena alimentación, a tener una familia, el derecho a la buena educación, a recibir protección contra la violencia, venga de quien venga, a recordar que son personas con derechos y libertades.
El Día del Niño fue promulgado por la Organización de Naciones Unidas desde 1954, buscando concientizar a los países la necesidad de proteger a los niños, especialmente que están en situaciones vulnerables.
Actualmente, los derechos de los niños están contemplados en la Ley Orgánica para la Protección de Niñas, Niños y Adolescentes.
Celebrar a los niños es momento también para recordar la devoción al niño Jesús, que es otro aspecto de honrar la encarnación de Cristo. Es maravillarse al saber que Dios se humilló al asumir una naturaleza humana, haciéndose igual a todos los seres humanos, menos en el pecado, sometiéndose a la autoridad terrenal de María y José, quienes a lo largo de la historia están representados y asociados con el divino niño.
Ese niño Jesús al nacer fue adorado primero por los pastores, luego por los reyes magos y a lo largo de la historia venerado por cantidad innumerables de santos como San Cristóbal, San Antonio de Padua, Santa Teresa de Ávila, Santa Rosa de Lima, Santa Teresa del Niño Jesús, San Francisco de Asís. San Juan Crisóstomo se preguntaba, ¿y por qué adoraron los reyes magos a alguien que estaba en pañales? Porque si hubiera sido un hombre adulto, se podría decir que estaban esperando el socorro de algo que iban a recibir de él, y por eso se lanzaron a un peligro que previeron.
Sin embargo, algo totalmente irrazonable es el que un persa, un bárbaro y alguien que no tenía nada en común con la nación de los judíos estuviera dispuesto a dejar su hogar, alejarse de su país, sus parientes, sus amigos para ir a otro reino a adorar a un niño en pañales y después regresarse a sus países.
Las representaciones del niño Jesús fuera del pesebre o siendo sostenido por Nuestra Señora, generalmente lo muestran levantando su manito derecha en señal de bendición.
En su mano izquierda a menudo sostienen un globo terráqueo que simboliza el mundo y a veces coronado por una cruz, otras veces sostiene un libro, un pájaro o uvas que representan y simbolizan la Eucaristía.
El Divino Niño es adorado en diferentes países de distintas maneras, para los pueblos de habla italiana es el Santo Bambino, para los hispanoparlantes, el Santo Niño, para los alemanes, el Christkindl. Y existen devociones particulares al Niño Jesús debido a una aparición o imagen milagrosa, como es el caso del Niño Jesús de Praga, el Santo Niño de Atoche, el Santo Bambino di Ara di Celli en Roma…
Celebrar el Día del Niño es celebrar al modelo de niño que Dios envió a través del Divino Niño, recordándonos que la salvación es para las personas de todas las edades, porque Dios quiere que vivamos junto a Él para ser abundantemente felices.
¿Por qué? Porque con Dios siempre ganamos.
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