Caníbales en el Amazonas: Entre la leyenda y la realidad - 800Noticias
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El canibalismo siempre ha sido un tema que ha suscitado gran interés a la par que ha aterrado a la población, especialmente tras el descubrimiento de América. La palabra caníbal fue uno de los primeros neologismos que se originó en el Nuevo Mundo. Esta deformación del vocablo indígena «caríbal» tomó gran relevancia simbólica y llegó a identificar, desde una visión eurocentrista, las tierras descubiertas. A partir del segundo viaje de Colón, en 1493, se reportaron varios casos de antropofagia, aplicándose el término caníbal, primero, en las Antillas para, después, desplazarse al continente, en concreto, al área amazónica, donde era una práctica ritual muy común. No obstante, gracias al trabajo de los antropólogos, conocemos un poco más sobre este fenómeno y su contextualización en la cosmovisión de estos pueblos.

Los primeros contactos con los caníbales en América

La inmensidad de la Amazonia, repartida actualmente entre nueve países de los cuales Brasil y Perú poseen gran parte de su extensión, comprende la mayor cuenca fluvial y selva tropical del mundo. Su nombre se debe a la expedición del español Francisco Orellana en 1542, quien al frente de unos sesenta hombres exploró y navegó por el gran río en busca de la mítica ciudad de El Dorado. Su cronista, el dominico fray Gaspar de Carvajal, dio noticias sobre la geografía y las comunidades indígenas con las que se toparon, resaltando la existencia de un pueblo de mujeres guerreras, por lo que río y selva fueron bautizados con el nombre de las míticas amazonas. También detalló su enfrentamiento con algunas tribus que practicaban la antropofagia. Sin embargo, este encuentro europeo con grupos caníbales no fue el primero, ya que el contacto se produjo años antes en las Antillas Menores con el pueblo «caribe», con los que entraron rápidamente en conflicto.

Tras los informes de Colón sobre las prácticas de estos indígenas, la reina Isabel la Católica dictó un real decreto en 1501 por el cual declaraba guerra justa la llevada a cabo contra los caribes. A partir de esta orden real se legitimó el extermino y esclavitud de numerosas tribus indígenas, ya que cualquier nativo del Caribe se convirtió a ojos de los colonizadores en devorador de hombres. A partir de entonces, el término caníbal fue usado como sinónimo de «salvaje».

Estos primeros grupos caníbales pertenecían a la familia lingüística caribe y agruparon un conjunto de pueblos expansionistas que, además de las Antillas Menores, ocuparon el norte de Colombia y el noreste de Venezuela, penetrando en la región amazónica. La interacción con estos pueblos se produjo en el siglo XVI, a partir del momento en que los europeos irrumpieron en estas tierras selváticas tomando el control de las zonas costeras y principales ríos. Este inmenso e inaccesible territorio fue propicio para la creación de numerosos mitos y leyendas, vinculados con la búsqueda de ciudades «perdidas» y tesoros, como la del famoso sanguinario Lope de Aguirre, quien murió asesinado por sus hombres en el corazón de la selva.

Una de las primeras expediciones por el Amazonas fue la de Gonzalo Jiménez de Quesada, en 1537, quien luchó en la selva colombiana con los pueblos panches, descritos en las crónicas como temibles guerreros y muy similares culturalmente a los caribes, incluyendo la práctica de la antropofagia ritual.

Un caso similar al de los panches fue el de la nación pijao, localizada también en Colombia, la cual sostuvo una prolongada guerra contra el Imperio español que concluyó con su desaparición en 1608. El descubridor de esta cultura fue Sebastián de Belalcázar, en 1538, quien como el resto de los explotadores de esta zona andaba a la caza de El Dorado. El conquistador alegó que los pijao estaban en permanente guerra con sus vecinos, a quienes ejecutaban para practicar el canibalismo, en consecuencia, eran objeto de guerra justa. Pese a todos estos relatos de salvajes y sanguinarias tribus, no cabe duda de que los cronistas solían exagerar los hechos, dado que estos pueblos representaban una amenaza para la expansión del imperio colonial.

En términos generales, la presencia europea tuvo un impacto tremendamente negativo para la población autóctona, ya que comenzó a disminuir drásticamente a causa de las enfermedades y la esclavitud a la que fueron sometidos. Aquellos indígenas que lograron sobrevivir se adentraron cada vez más al interior de la selva, prolongando su aislamiento, en algunos casos, hasta los siglos XVIII y XIX.

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