Besar mejora la salud y estos 8 beneficios están comprobados
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Pareciese lógico pensar que los besos son buenos para la salud y que tienen sus beneficios. Nos besamos de manera natural y casi automática para saludarnos, para demostrar afecto a un familiar y no concebimos las relaciones románticas sin un beso.
Sin embargo, no está claro que la humanidad siempre se haya besado. De acuerdo con información recopilada por los antropólogos, no fue hasta el 2500 a. C. que el beso adquirió estatus de demostración romántica.
Además, se calcula que el 10 % de la población humana mundial no tiene el hábito de besarse por ningún motivo. Más aún, menos del 50 % de las culturas tienen presente al beso romántico (labios contra labios).
Entonces, ¿por qué y para qué besamos? ¿Tiene alguna función biológica la práctica? De una u otra manera, hoy es un hecho tan relevante, que hasta le fijamos un Día Internacional, que se celebra cada 13 de abril.
Besar podría mejorar nuestro bienestar en distintos aspectos. Veamos, entonces, cuáles son los beneficios de los besos para la salud, corroborados por la ciencia que los estudia: la filematología.
1. Besar reduce el dolor corporal
El acto de besar de forma interesada y con afecto permite la liberación de diversas hormonas y sustancias. En concreto, hay una mayor concentración de dopamina y de endorfinas en el sistema nervioso central.
Las endorfinas son neurotransmisores que funcionan, entre otras cosas, de manera similar a los analgésicos. Se unen a receptores específicos en las neuronas, reduciendo la transmisión de las señales de dolor y generando alivio.
Así es como uno de los beneficios de los besos para la salud es el aumento de las endorfinas. A propósito, también podemos aumentarlas por otros medios, como la práctica regular de ejercicio físico.
2. Más besos es menos riesgo cardiovascular
La Asociación Americana del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés) asegura que las demostraciones de afecto, sobre todo las táctiles (acariciar, abrazar y besar), mejoran parámetros asociados a la salud del corazón. Podrían reducir la presión arterial, fomentar la circulación sanguínea y hasta reducir el colesterol.
Al respecto de este último punto, un estudio publicado en Western Journal of Communication reveló que los besos en pareja podían disminuir el colesterol total sanguíneo. Y ello es muy importante para la salud cardiovascular, ya que esta sustancia es, en parte, responsable de las obstrucciones arteriales.
3. Besar incrementa la oxitocina
Cuando recibimos apoyo por parte de una pareja, y ese apoyo se expresa en lo físico, aumentan las concentraciones de una hormona llamada oxitocina. La denominación menos técnica para esta sustancia es «hormona del amor».
La oxitocina es también un neurotransmisor y desempeña varios roles en el cuerpo humano. Se la considera una hormona del apego, ya que se asocia con la formación y el mantenimiento de vínculos emocionales y sociales.
Por otro lado, contrarresta algunos efectos del cortisol, que es la hormona del estrés. Así que estaría asociada a más sentimientos de felicidad, bienestar y satisfacción.
Uno de los roles fundamentales de la oxitocina es su participación en la maternidad. Durante el parto y la lactancia, facilita la contracción del útero para el parto y promueve la liberación de la leche materna para alimentar al bebé.
4. El beso funciona como antialérgico
Las personas que sufren cuadros clínicos alérgicos podrían encontrar que los besos tienen beneficios para su salud a través del alivio de sus síntomas. En particular, para quienes padecen rinitis y eccema.
Una investigación conducida en Osaka, Japón, demostró que besarse reduce los niveles de inmunoglobulina E específica. Es decir, de la sustancia que se incrementa en la sangre y reacciona ante los alérgenos. Se trata del mismo mecanismo que usan algunos fármacos antialérgicos.
5. Menos estrés, ansiedad y depresión
La liberación de oxitocina y de endorfinas actúa de modo directo en el estado de ánimo. Estas hormonas generan placer por sí mismas, pero también reducen los efectos de otras sustancias que podrían actuar en sentido contrario, como sucede con el cortisol.