+ VIDEO | Papá Noel se resiste a la islamización de Turquía - 800Noticias
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Efe

Noche de paz, noche de polémicas: la Navidad provoca cada año debates en Turquía, un país que en los últimos años va redescubriendo una «identidad islámica» en la que no encajan, según algunos, los elementos de la fiesta cristiana como el árbol y Papá Noel.

Otros se muestran encantados de que esta decoración dé color a sus vidas y considera que la utilización de árboles e imágenes cristianas forma parte, desde hace tiempo, de la época navideña en Turquía, aunque más bien asociada a Nochevieja, fiesta muy popular en Estambul, facilitada porque el 1 de enero es festivo.

Así lo afirma Zeynep Akinci, dueña de una tienda de decoración en el elegante barrio de Nisantasi, repleta en estas fechas de imágenes de Papá Noel y angelitos con trompetas, que se venden como siempre.

«Si la gente compra menos últimamente es por la crisis económica, no por falta de ganas», dice, aunque reconoce que la deriva ideológica del Gobierno «cada vez más musulmán» ha dejado en minoría a quienes mantienen este tipo de celebraciones.

«Soy de familia musulmana, pero nunca he ido a una mezquita. En cambio, sí acudo a menudo a la misa de Navidad. ¡Es tan bonita! Y no es raro en Turquía; soy alumna de un colegio francés y todas nosotras estamos acostumbradas», agrega.

Pero más aún, a Zeynep le gusta el mercadillo navideño con sus dulces que el Colegio Alemán de Estambul celebra cada año en la última semana de noviembre: «No podría vivir sin él».

Precisamente otro colegio, el Liceo de Estambul, financiado en parte por Berlín pero dependiente del Ministerio de Educación turco, ha protagonizado este mes una polémica que llegó hasta el Parlamento alemán y las portadas de la prensa germana, que acusaba al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, de «robar la Navidad».

Una circular del director de este colegio había pedido explicaciones sobre lo que juzgaba un excesivo tratamiento del tema bíblico navideño en clase por parte de profesores alemanes, un gesto interpretado por algunos docentes como un veto sobre toda mención de la fiesta cristiana.

El propio colegio desmintió que hubiera veto, interno o del Gobierno turco, pero un diputado del partido gubernamental, el islamista AKP, atizó el fuego navideño en Twitter, al declarar: «No se pueden permitir actividades misioneras en los colegios» y criticó que el cristianismo se camuflaba como «intercambio cultural».

Preguntado por la polémica, un diplomático turco se muestra extrañado: «Por supuesto, yo tengo mi árbol de Navidad en casa».

El debate tampoco existe en las populosas calles de Fatih, un barrio conservador y relativamente religioso, donde varias tiendas no sólo venden árboles sino también grandes muñecos de Papá Noel.

Mujeres con el pañuelo islamista, normalmente simpatizantes del AKP, se interesan por el precio de los abetos y uno de los vendedores, Iskender Ferit Araz, indica a Efe que «son sobre todo musulmanes y, a menudo jóvenes, quienes compran árboles» porque las familias cristianas «ya los tienen desde el año anterior».

Él mismo es cristiano. Pertenece a la minoría católica siriaca pero el bonachón de barba blanca y abrigo rojo en la puerta de la tienda, que hasta emite música cuando se aprieta un botón, no es idea suya: «El dueño del negocio es musulmán, tiene tres tiendas más en esta calle y en todas hay ‘papanoeles'», precisa.

Hace varios años, esta figura recibió atención cuando un imam se dedicó a denunciar al entrañable viejo como una innovación extranjera incompatible con la fe musulmana o la identidad turca.

Pero recibió rápidamente respuesta de la prensa progresista que recordó el origen del «Santa Claus»: San Nicolás, un obispo de Mira, hoy Demre, una ciudad en el sur de Anatolia. Más turco, imposible.

En el barrio nadie lo ve mal, asegura Iskender: «Aquí nadie hace tonterías por el tema navideño. Sé que en otros sitios sí, que hay musulmanes fanáticos que dicen que la Navidad es algo extranjero. Pero aquí en el mercado hay mucho respeto mutuo».

Aunque no muestra especial simpatía hacia Erdogan ni hacia el AKP, Iskender dice sentirse respetado como ciudadano turco cristiano.

«El presidente nos felicita la Navidad todos los años, especialmente en los últimos cuatro o cinco. Es verdad que eso sienta bien», asegura. EFE

 

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