Venezolanos en Barranquilla entre apoyar al equipo y la nostalgia por su país - 800Noticias
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EFE

El partido que el equipo de béisbol de Venezuela disputó  contra México en los XXIII Juegos Centroamericanos y del Caribe tuvo un ingrediente especial para los integrantes de la novena vinotinto, ya que desde las gradas del estadio Édgar Rentería se sintieron como en casa por el apoyo de una buena cantidad de connacionales residentes en esta ciudad.

En Barranquilla, ciudad ubicada a menos de 250 kilómetros de la frontera, ha llegado una alta migración de venezolanos que hoy, en medio de las dificultades diarias, aprovechan para ir a los escenarios a apoyar a sus deportistas.

«Yo soy de Caracas y soy aficionado de los Leones, tengo cuatro años viviendo en Barranquilla y quiero que mis hijos sientan la misma pasión por el juego de pelota y qué mejor oportunidad que venir a apoyar a Venezuela», manifestó a Efe Carlos Fernández Pérez, un ingeniero industrial que llegó a la ciudad en busca de oportunidades y que llegó con su familia al estadio.

Alfredo Molina, quien nació en Maracaibo hace veintiún años, pero es hijo de padres colombianos, vive en Barranquilla desde hace diez meses en casa de unos tíos y aunque prefiere el fútbol al béisbol, dice que le gusta acompañar «a los atletas de su país en estos juegos Centroamericanos y del Caribe».

«Vine con unos amigos que son colombianos y me invitaron porque jugaba Venezuela. La verdad es que uno no deja de sentir nostalgia porque, aunque en Maracaibo yo no practicaba el béisbol, me gusta ver jugar al equipo de mi país», declaró Molina, quien llegó al estadio con la camisa vinotinto.

Para Alberto Ocanto, oriundo de Barquisimeto, los partidos en los que ha jugado su selección de béisbol le han permitido ganarse unos pesos, que bastante le sirven ya que no ha conseguido un trabajo estable desde cuando llegó a Barranquilla hace dos años.

«En Barquisimeto yo trabajaba en un taller refrigeración, pero lo cerraron y me vine para donde un primo que es marido de una colombiana. Ellos están acá hace tres años, pero yo no he podido ubicarme y por eso me ha tocado trabajar en construcciones, pero eso no es estable», dijo Ocanto.

Revela que como tiene un amigo que está en el negocio de las boletas y como él conoce a muchos compatriotas venezolanos, «les facilita las entradas a un mejor precio» y ellos lo ayudan con alguna propina.

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