Amarnos los unos a los otros, ser misericordiosos y perdonar, fueron algunas de las muchísimas enseñanzas que Jesús de Nazaret brindó a los que lo rodeaban para que el mensaje de unión entre los seres humanos, se replicara y llegara a cada persona, de cada generación.
Han transcurrido más de 2000 años desde la muerte de Jesús en la cruz, un destino que según las Sagradas Escrituras, aceptó por el amor infinito hacia la humanidad, buscando de esta forma vencer el pecado y la muerte, reconciliando al Padre con sus hijos en una Nueva Alianza de entrega y amor.
Si bien muchos no creen en Dios, la ciencia y la historia lograron comprobar la importante presencia real de Jesús y sus mensajes, al punto que sin importar las nuevas tecnologías, los avances científicos o los cambios del mundo, las enseñanzas de Cristo se aplican a cualquier momento que vive el planeta.
Por ello, cada Viernes Santo, millones de seres humanos se unen en oración y en meditación, incluso, sin importar diferencias, pues al recordar a Jesús, su durísima pasión, su entrega, su amor, sienten una profunda tristeza que se transforma en agradecimiento, pues el Cordero de Dios entregó su alma y cuerpo para la salvación de todas las personas.
