Vaticano condenó el suicidio asistido de Brittany Maynard - 800Noticias
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La Pontificia Academia para la Vida emitió su opinión a partir del caso de Brittany Maynard que finalizó con su vida el sábado pasado.

«El suicidio asistido no es una muerte digna, es algo absurdo. Y la Iglesia está en contra porque no es admisible el acto de quitarse la vida. No juzgamos a las personas, pero el gesto en sí debe condenarse.»

Con estas palabras, pronunciadas por monseñor Ignacio Carrasco de Paula, presidente de la Pontificia Academia para la Vida, el Vaticano condenó ayer el suicidio asistido de Brittany Maynard, la joven estadounidense de 29 años con cáncer terminal que el sábado pasado decidió morir voluntariamente, apoyándose en las leyes del estado de Oregon.

«Es muy difícil juzgar el caso personal de esta mujer, debemos reconocer que lo ha hecho en plena libertad, pero, más allá de estos hechos contingentes, hay un punto central que debe ser tomado muy en serio, que es que hizo esto en nombre de una muerte digna. Y hay que preguntarse si se trata de muerte digna», dijo Carrasco de Paula, «ministro vaticano de bioética, a la agencia ANSA.

La joven, que anunció el mes pasado en un video que se quitaría la vida para no sufrir la agonía de su enfermedad, falleció el sábado en su casa rodeada de su familia y amigos más cercanos, después de tomar una dosis letal prescripta por un médico.

Los médicos le habían dado seis meses de vida tras diagnosticarle en enero un cáncer en el cerebro agresivo e incurable que le produciría una muerte muy dolorosa. Tras conocer la noticia, Maynard y su esposo, Daniel Díaz, decidieron en junio mudarse de California al vecino Oregon, al ser uno de los cinco estados de Estados Unidos que permiten la eutanasia.

«El suicidio no es una muerte digna. Yo, por ejemplo, tengo una experiencia personal en ese sentido porque mi padre murió de un cáncer del cerebro y fue un gran ejemplo de muerte digna porque hasta el final cumplió su misión de vida, una misión que todos tenemos, hasta el último día», explicó Carrasco de Paula.

Este prelado español, del Opus Dei, destacó, por otro lado, que en el caso de Brittany «la joven no estuvo sola, sino acompañada en su gesto por un movimiento, Compassion & Choice, que tiene una ideología que responde a una cultura que el papa Francisco definió como una cultura del descarte, por la cual lo que no sirve, lo que se vuelve un peso para la sociedad, también como costos, se desecha», agregó.

Si bien monseñor Carrasco de Paula fue el único funcionario del Vaticano que se pronunció sobre el dramático caso de Brittany -que reavivó el debate sobre la muerte digna-, la Santa Sede siempre se manifestó en contra de la eutanasia.

En un mensaje a los participantes de la Asamblea General de la Pontificia Academia para la Vida, en febrero pasado, de hecho, Francisco condenó en forma directa esta práctica, al afirmar que «la falta de salud y la discapacidad no son una buena razón para excluir, o peor aún, para quitar de en medio a una persona».

En febrero de 2009, cuando, después de permanecer 17 años en coma debido a un accidente, Eluana Englaro, de 38 años, murió en Italia luego de que se le suspendieran alimentación e hidratación artificiales, en cumplimiento de una sentencia y luego de una penosa batalla judicial emprendida por su padre, el Vaticano reaccionó duramente.

«Fue un homicidio», sentenció el cardenal portugués José Saraiva Martins, que manifestó «inmenso dolor ante la violencia con la que ha sido suprimida esta vida humana». Otro tono tuvo la declaración del padre Federico Lombardi, vocero de la Santa Sede, que auspició que la muerte de Eluana «sea motivo de reflexión tranquila y de búsqueda responsable de mejores vías para acompañar en el debido respeto por la vida, en el amor y en el cuidado atento, a las personas más débiles».

En otro caso emblemático y muy parecido, el de la estadounidense Terry Schiavo, que murió a fines de marzo de 2005 después de estar 15 años en estado vegetativo tras la suspensión de alimentación e hidratación artificiales por orden judicial, el Vaticano tuvo una postura similar.

Siempre se pronunció en contra de una desconexión de las máquinas que la mantenían en vida, sobre la base de una postura en favor de la vida que Juan Pablo II muchas veces hizo pública.

Fuente: El Nacional

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