Recorrido por la vida y obra de Ramón Vásquez Brito - 800Noticias
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Un 28 de agosto hace  86 años,  nació en Porlamar,  el  maestro Ramón Vázquez Brito, uno de los más destacados artistas de la plástica nacional, quien al igual que Reverón y Cabré, tomó el paisaje como fuente inspiradora.

En su caso, el paisaje marino,  lleno de transparencias celestes, azules y blancos que mezclaba, en horizontes bañados de luz,  horizontes de aguas brillantes y calmadas que desde su infancia fueron su musa. Horizontes que pintaba cada mañana de su vida con una disciplina casi religiosa. Horizontes que quedaron grabados en su memoria por siempre.

El paisaje marino tema reiterativo en su obra,  tiene origen en sus primeros años de vida. El  tiempo en el que vivió con su abuela en la isla de Coche, en “La Uva”, lo marcó como algo muy especial y solía recordar “La casa de mi abuela estaba en una colina  y yo bajaba todas las tardes, a sentarme en bajo uvero a contemplar el mar”. Ese recuerdo quedó plasmado en “Las Tetas de María Guevara”, óleo que define el inicio de su tendencia paisajística, en el año 1966.

A continuación una entrevista con el maestro  maestro Ramón Vásquez Brito en el año 2010.

¿Cómo fue su infancia?

Estudie en la Escuela Mariño, Omar Carreño era mi compañero, mi maestra fue Angelita Salazar, gran artista, gran mujer, me enseño que debía ser siempre sincero. Fui un niño tranquilo, siempre me gustó pintar, mi padre fue poeta, escribía décimas, tocaba cuatro y cantaba. Me regalaba colores  y yo pintaba mucho, me gustaba dibujar de todo, me acostaba en el piso y pintaba. Fui monaguillo en la iglesia de Porlamar. A los trece años me enviaron a hacer una pasantía en un seminario de Cumaná y llegué con una sotana pero cuando el sacerdote me vio, dijo: “Quítate eso tu no naciste para ser cura, tu naciste para pintar”. 

Comenzó a pintar afiches para las películas del cine Paramount de Porlamar. A los 15 años recibió una beca del estado de 100 bolívares para ir a estudiar a la escuela de Artes Plásticas y Aplicadas en Caracas, en donde tuvo la oportunidad de instruirse bajo la tutela de dos grandes de la plástica Margariteña: Pedro Ángel González y Francisco Carreño

“Una tarde mi padre estaba en el chinchorro, no sabía cómo decirle que tenía una beca para ir a Caracas a estudiar pintura. Di vueltas a ese chinchorro hasta que me decidí y se lo dije. Su respuesta fue: Si eso es lo que quieres, vete. Mi padre siempre me comprendió y me apoyó.  

¿Cómo fue ese viaje a Caracas?

La primera vez que fui a Caracas, fue en el barco de los Castañeda, estuve un tiempo en la casa del actor Raúl Amundaray, aún estaba en pie el Hotel Majestic, aquel grande… era el edificio más alto de la ciudad. En la Escuela de Artes, pasamos por todas las disciplinas  como, vitrales, dibujo, pintura, tallado,  tejido, moldeado, cerámica y grabado. Teníamos que hacer todo. Recuerdo que trabajar con plomo me hizo mucho daño. En aquella época, Marcos Castillo marcó una gran influencia en mí.

Premio Nacional de Artes Plásticas

En 1949, Vásquez Brito viaja a Argentina a realizar un curso de Litografía con su primera esposa, Elba Mary: vivíamos en una habitación bastante espaciosa donde ella posaba para mí. Allí realicé varios desnudos y retratos, entre ellos “Placidez” con el cual gané en 1950 el Premio Nacional de Artes Plásticas.

Fueron 5000 bolívares con los cuales viajaría más tarde a Europa. “Tenía un compañero, Ángel Hurtado, quien también quería ir a Europa, pero no tenía medios económicos. Así que decidí compartir mi pasaje. Hablé con Alfredo Boulton, le pedí cambiar el pasaje de avión por dos de barco, nos fuimos con 5000 bolívares y conocimos Europa, ahora con eso no tomas ni un taxi para ir al Sambil”.

Su obra

A través de su vida artística, su obra ha pasó por varias etapas. De la figuración al abstraccionismo geométrico, luego al informalismo, etapa de la cual desaparecieron casi todas sus obras y en la cual, según el artista están las bases de su pintura. “Con el paisajismo, abandoné la figura humana, mis lienzos los preparo antes de pintar para lograr la textura que me gusta. Para mí es muy importante seguir lo que siento cuando estoy trabajando y lograr transmitirlo. Por eso me satisface mucho cuando alguien me dice que al ver mis lienzos siente tranquilidad y paz”.

La música y la poesía, otras facetas del artista

Otra faceta menos conocida del artista fue la de cantante. Cantaba  en la radio y en los años 60 grabó un disco acompañado por el trío Cantaclaro, con los hermanos Pascual y Dámaso García. También le gustaba leer y  escribir en sus ratos libres.

“En las mañanas me despierto muy temprano a pintar y a escuchar música. No tengo un tiempo definido para ningún cuadro. Solo sigo pintando hasta que vea que no me pide más, entonces lo firmo”.

En 1970 da inicio al taller de creatividad infantil “Los Ñeritos”. Era un grupo de niños que se reunía todos los sábados en la casa de Nilda, la peluquera del Tirano, donde los buscaba Vásquez Brito para llevarlos a su casa. Allí pintaban con el maestro, luego tenían una hora de encuentros e historias con Ángel Félix Gómez y finalmente recibían clases de música con la musicóloga Evelia de Rivas, que venía desde Caracas todos los fines semana solo para esto.

¿Qué es la Pintura? 

Es la misma existencia.

¿Qué es lo que se plantea cuando se enfrenta a un lienzo en blanco?

Yo comienzo y van saliendo cosas.

¿Qué lo inspira?

El mar, esa transparencia, ese remanso, la luz de Margarita que es muy bella. Recrear un recuerdo, una cosa interna que queda por allí y el manifiesto.

¿Cómo nace cada obra?

Me levanto muy temprano, después de desayunar, voy a mi taller y pongo un disco de música clásica, Beethoven o Mozart y comienzo a pintar. Con el paisajismo abandone la figura humana, preparo mis lienzos para lograr la textura que me gusta.  Me gusta pintar el horizonte la luz de Margarita, el azul del mar, ese remanso, cada vez más limpio y con menos elementos. Para mí es muy importante transmitir lo que siento,  por eso me satisface mucho cuando alguien me dice que al ver mis lienzos siente tranquilidad, paz.

¿Qué hace en sus ratos libres?

Me gusta escribir poesías que guardo en hojas sueltas y también me gusta leer, ahora estoy leyendo «El regreso del idiota» de Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa.

Algún artista que haya sido su referencia o haya influido en su visión del arte.

Muy joven, como estudiante de la Escuela de Artes Plásticas conocí a Reverón, yo lo visitaba todos los sábados en su casa en Macuto, lo veía pintar y eso para mi fue muy importante.

¿Cómo ve el movimiento artístico a nivel regional y nacional?

Se está trabajando, hay pintores como Gabriela  Millán y en la escultura me gusta mucho Valentín Malaver.

Haciendo un balance de su vida artística, diga un momento especial, muy importante para usted.

La Escuela de Artes Plásticas, las conversaciones con los maestros Marcos Castillo y Pedro Ángel González. Fueron fundamentales para mí. Mi vida en Coche a la edad de los 8 años, pintar las Tetas de María Guevara, el inicio de lo que es mi obra hoy, naturalmente con menos elementos.

Algún recuerdo de sus visitas a Reverón.

Conversábamos mucho, todos los sábados hasta que un día sentí un malestar por la forma en que me hablaba. De repente me dijo:” sal, me tocas la puerta y cuando yo te pregunte quien es tú me dices: Reverón”. Yo salí toque la puerta y cuando le dije que era Reverón, me respondió: “pase adelante Reverón”…en ese momento supe que estaba mal y a los pocos días se lo llevaron.

Ramón Vásquez Brito, viudo tres veces, siete hijos, seis hermanos, una vida marcada por el éxito y la tragedia, merecedor de innumerables premios y reconocimientos logró  ganarle al cáncer  apostándole a la vida y disfrutó ese triunfo haciendo lo que le gustaba…pintar.  Tiñendo con blancos y azules, ese horizonte que llevaba  grabado en el corazón desde su infancia y fluía a través de pinceladas, en cada lienzo  como un tributo a su Margarita querida.

 

 

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