Leonardo Azparren: «El lenguaje es una forma de dominación» - 800Noticias
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La palabra también es un arma que se utiliza desde el poder. Leonardo Azparren Giménez (Barquisimeto, 1941) cree que uno de los grandes daños que le ha hecho el Gobierno al país es la agresión al lenguaje. Al crítico de teatro, un filósofo que integra la Academia Venezolana de la Lengua, le preocupa la ligereza con la que el presidente Nicolás Maduro se expresa en sus alocuciones. Eufemismos, agresiones, términos vacíos de contenido que afectan a toda la población.
-El lenguaje del venezolano se deterioró desde hace tiempo. Uno de los primeros que llamó la atención fue Rafael Cadenas en el libro En torno al lenguaje. Hay que atribuírselo, por ejemplo, a la educación, que le presta poco interés al tema. El descuido que le damos deriva en que el lenguaje popular se ha transformado en vulgar. Poco a poco hemos perdido la capacidad de expresarnos bien. En los últimos años eso se agravó más por un falso o pérfido sentido de lo popular.

-Desde hace 15 años, el Gobierno ha impuesto a la lengua nuevos términos. Por razones de uso, y abuso en algunos casos, ese lenguaje ha comenzado a sustituir las palabras que ya existen. ¿Podría decirse que estamos ante una neolengua?

-Es algo peor todavía. El régimen pretende construir una realidad revolucionaria a partir de un uso torpe e inculto del lenguaje. Sus máximos representantes se han satisfecho con el uso de una terminología estrecha. Siempre he creído que es usada sin saber su significado. Un alto porcentaje de la población venezolana tiene bajos niveles culturales, por lo que es fácil de pescar por una terminología que luce atractiva. Cadenas dice en alguna parte que el hombre masa no tiene lenguaje. Por eso hay que hablar de comunas, de colectivos, de grupos humanos en los que se pierde la identidad.

-Alexis Márquez Rodríguez dijo que la principal fuente de disparate del lenguaje en Venezuela es el presidente Maduro. ¿El Gobierno venezolano no tiene conciencia de lo que representa en materia del idioma?

-El señor Maduro es un personaje tanto o mucho más iletrado que Juan Vicente Gómez. Porque Gómez no pontificaba. Gómez se rodeaba de gente importante. Hubo una élite intelectual alrededor de él que balanceó su condición. A Maduro le encanta pontificar. Si el lenguaje que utiliza había perdido mucho de su contenido por el manoseo de parte de Chávez, él ha terminado de quitárselo. Entre otras cosas porque desconoce los conceptos implícitos en las palabras que usa.

-El Gobierno venezolano tiene en el lenguaje una de sus armas: acusa a los opositores de fascistas, llama «Chucky» a manifestantes. ¿La palabra puede ser una forma de dominación que se ejerce desde el poder?

-El lenguaje es una de las formas de dominación que existe. De los grandes esfuerzos que ha hecho el régimen, uno es construir una revolución a partir del lenguaje y no a partir de hechos históricos. Eso habla de la mediocridad del Gobierno, que irrespeta el idioma, y que con ello también irrespeta a sus ciudadanos. Tarde o temprano la historia los va a recordar.

-Ante la crisis actual del país, Maduro llama al diálogo, a la paz, pero no deja de usar un lenguaje violento. ¿Puede haber un acuerdo si no se respeta el significado de las palabras?

-Todo depende de la calidad intelectual del interlocutor. El diálogo supone, en primer lugar, respeto. Un diálogo sin condiciones, sin agenda y sin un árbitro no conduce a nada. Ese diálogo abstracto del que habla el régimen es un salto al vacío en el que el Gobierno tiene posibilidad de ganar tiempo y diluir todo en nada. Además, se dialoga para negociar cosas específicas. Eso no le interesa al régimen porque negociar para llegar a acuerdos supone reconocer debilidades, errores y equivocaciones del modelo y del padre del proyecto.

-Poco a poco parece que las cosas dejan de llamarse por su nombre: no son paramilitares ni grupos armados sino colectivos, por ejemplo. ¿La palabra puede cambiar o tapar la realidad?

-Hasta cierto momento, pero la realidad siempre se impone sobre la fantasía. Es probable que mantengas un lenguaje durante un tiempo, pero no lo puedes hacer siempre porque la realidad venezolana es dura. Eso supone, además, subestimar la inteligencia del otro. Puede que el otro no sea culto, pero puede ser inteligente para entender el engaño implícito que hay en el lenguaje.

-El problema es que la oposición repite la semántica del Gobierno. Se llaman majunches, escuálidos o fascistas. ¿El lenguaje polarizador afecta a todos en el país?

-Claro que nos afecta a todos. Cuando se imponen ciertas formas lingüísticas, terminan siendo utilizadas por todo el mundo, ya como coletillas del lenguaje que terminan perdiendo sentido. Yo te garantizo que la mayoría del país no sabe por qué se habla de la Cuarta República porque tampoco se sabe cuál fue la Tercera. De las torpezas de los políticos, una es pensar que con decisiones políticas se cambia la historia. La historia no se cambia con decretos presidenciales.

-Pero los medios de comunicación también imitan el lenguaje de eufemismos que impone el Gobierno. La semana pasada no se habló del aumento de las tarifas eléctricas sino de disminución del subsidio a la luz…

-Esos son los eufemismos del Gobierno porque saben que hay muchas realidades que tienen un costo político muy grande. Además, hay gente que de manera equivocada quiere hacer gala de un lenguaje florido y lo que pone en evidencia es su pobreza intelectual.

-A lo que iba: ¿El periodismo suele ser cómplice de ese maltrato del lenguaje?

-Yo no hablaría de complicidad porque es un término duro, pero algunas veces lamento la pobreza del lenguaje de los medios, tanto impreso como audiovisuales, porque tengo la impresión, por mis años de experiencia como profesor, que en las escuelas de Comunicación Social hay un descuido en el uso del lenguaje, en el sentido de las palabras, en su riqueza.

-Y si el Gobierno la da un mal uso al lenguaje, si los medios de comunicación lo repiten, si hay poca preocupación en universidades para resolver el problema, ¿qué puede hacer el ciudadano común para no copiar tal deterioro? ¿Le corresponde a la escuela, a la academia o al hogar salvaguardarlo?

-El ciudadano común es víctima de todo ese contexto. A mí no me gusta ser eufemista para hablar de ciertas cosas. Creo que uno de los problemas de nuestra clase media es que su nivel cultural es muy inferior a su capacidad económica. Esa es una de sus debilidades, incluso, para la toma decisiones políticas (…). De las grandes ideas que Hugo Chávez le vendió al país , una fue la de refundar la república. Nadie le hizo caso y hoy lo padecemos. Tarde o temprano esa necesidad de refundar la república va a tener que ser tomada en serio. Tenemos que dejar de pensar a Venezuela como un hotel, como decía José Ignacio Cabrujas. Vamos a tener que asumir una disciplina para darle al país una orientación histórica más serena, pero más segura.

Fuente: EL UNIVERSAL

 

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