Malala, víctima de los talibanes, cuenta su vida en un libro - 800Noticias
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LONDRES, (AFP) – Malala Yusafzai, la adolescente pakistaní herida de un balazo en la cabeza por unos talibanes por su compromiso a favor de la educación de las niñas, cuenta su vida en un libro del que adelanta fragmentos el dominical The Sunday Times.

«A Dios gracias, no estoy muerta», fue el primer pensamiento de la joven cuando despertó en una cama de hospital en Gran Bretaña. Seis días antes, el 9 de octubre de 2012, un talibán le disparaba a la cabeza cuando se encontraba en un autobús escolar.

Malala, de 16 años, candidata al premio Nobel de la Paz, no podía hablar, no tenía ni idea de donde se encontraba ni estaba segura de su identidad al despertar de seis de coma, según los extractos de este libro, que sale a la venta el martes.

En ese libro, titulado en español «Yo soy Malala», confiesa que no recuerda con precisión esa agresión que conmocionó a parte de la opinión pública.

Lo único que recuerda es que iba sentada con sus amigas en un autobús que debía conducirlas a la escuela en el valle de Swat (noroeste), región montañosa que el ejército pakistaní recuperó a los talibanes en 2009.

Sus amigas le contaron que un hombre enmascarado subió al autobús y preguntó quién era Malala, apuntó un arma contra ella y le disparó a la cabeza.

Después de despertar en un hospital de Birmingham, en Gran Bretaña, se empezaron a agolpar las preguntas en su cabeza: «¿dónde estoy, quién me ha traído, dónde están mis padres, sigue vivo mi padre? Estaba aterrada», cuenta la joven. «Lo único que sabía es que Alá me había bendecido dándome una nueva vida», añade.

Un médico le pasó un alfabeto en que ella deletreó las palabras «país» y «padre», que era el director de su escuela pakistaní, en Swat.

«La enfermera que dijo que estaba en Birmingham, pero no tenía ni idea de dónde me encontraba (…) Las enfermeras no me decían nada, ni siquiera mi nombre. ¿Seguía siendo Malala?», explica la muchacha, que recuerda haber sufrido mucho en el hospital a pesar de los analgésicos que le administraban.

También dice que en Gran Bretaña le gustaba mirar «Masterchef», el concurso televisivo de jóvenes cocineros, y en cambio no le gustó nada la película «Quiero ser como Beckham». Hasta pidió a la enfermeras que apagaran la televisión, de lo escandalizada que estaba por las escenas de las chicas que se quitaban la blusa y jugaban a fútbol en sostén.

Sus padre pudieron reunirse con su hija 16 días después del atentado, y Malala pudo por fin dar rienda suelta al llanto.

«Durante todo el tiempo que pasé en el hospital no lloré, ni siquiera cuando tenía todas esas agujas en el cuello o cuando me retiraron las grapas de la cabeza», cuenta.

Según The Sunday Times, Malala, escolarizada en Birmingham, conocerá pronto a la reina Isabel.

El viernes recibió en Londres el premio Anna Politkovskaïa concedido por la ONG británica Raw in War (Llegar a todas las mujeres en guerra) a mujeres que se distinguen por la defensa de los derechos de las víctimas en zonas de conflicto.

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