Reacción en Miami al anuncio de deshielo entre Cuba y EE UU - 800Noticias
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A sus puertas, frente a la ventana donde a diario se sirven miles de cafés, no faltaron este miércoles todos los que querían que se escuchara su opinión sobre el anuncio del intento de normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.

A la cita no faltaron los periodistas para quienes es bien sabido que este es el lugar para tomar el pulso a la comunidad cubano estadounidense cada vez que se conoce una noticia que puede afectar a los dos países, enfrentados desde hace décadas poco después del triunfo de la revolución cubana.

Lea: En qué consiste el histórico plan para restaurar las relaciones de Cuba y EE.UU.

Los más ruidosos eran los miembros de Vigilia Mambisa, un pequeño grupo que se define como anticomunista, y en el que es notable que no hay muchas caras jóvenes.

Uno de sus líderes, Miguel Saavedra, se desgañitaba contra Obama ante las cámaras de televisión.

«¡Obama cobarde!», gritaba en inglés contra el presidente estadounidense por haber liberado a tres espías cubanos a cambio de un espía estadounidense preso en Cuba.

Saavedra portaba un cartel en el que había escrito para la ocasión que el presidente estadounidense estaba negociando con «terroristas».
«Día triste»

Otros clientes habituales del Versailles, muchos jubilados, también buscaban a las cámaras para expresar su frustración.

«Este es un día triste para Cuba y Estados Unidos», decía José Sánchez, «Estados Unidos ha recompensando ampliamente a la dictadura de los Castro».

El propio alcalde de Miami, Tomás Regalado, miembro del Partido Republicano, se acercó al restaurante para criticar a Obama.

«Ha dado a Cuba todo por nada», dijo Regalado, de 67 añós, y veterano de la operación Pedro Pan, que trajo a Miami desde Cuba a niños sin padres ni familiares en los años 60.

Ellos no eran los únicos que este miércoles expresaban su descontento. Desde Cuba, el disidente Antonio Rodiles le dijo a BBC Mundo por teléfono que le parece desatinado que el gobierno estadounidense no haya contado con los activistas prodemocracia.

«El régimen no ha dado muestras de que vaya a aceptar opciones políticas distintas. La represión en los últimos tiempos ha sido fuerte», dijo Rodiles, quien se refirió a los arrestos del pasado 10 de diciembre de varias integrantes de las Damas de Blanco en Cuba.
Cambio generacional

Pero decir que Miami se opone a la decisión de Obama de dialogar con Cuba sería inexacto.

La opinión de la comunidad estadounidense respecto al gobierno de la isla y el embargo ha cambiado gradualmente en los últimos tiempos, como refleja una reciente encuenta de la Universidad Internacional de Florida.

Más de la mitad (52%) quiere el fin del embargo, una medida que no está en poder de Obama únicamente, ya que necesitaría el apoyo del Congreso. En cambio en el 1991, el apoyo al embargo era 87%.

Los más jóvenes, sobre todo, quieren el fin de la enemistad entre los dos países.

Jorge Dávila, de 35 años, un cubanoestadounidense nacido en EE.UU., decía estar muy agradecido al presidente Obama, además de al papa Francisco y al gobierno de Canadá por su mediación.

«Nací en este país, mis padres huyeron de la isla y entiendo el sentimiento de muchos en esta comunidad contra la normalización de las relaciones con Cuba, pero nuestra generación entiende que el gobierno cubano ha tratado de manipular esta política en su favor», dijo Dávila.

Mientras Dávila hablaba con la prensa, otro hombre lo criticaba discretamente. «Me molesta mucho. Si le hubieran matado a alguno de sus familiares no opinaría así», dijo este hombre que no quiso dar su identidad.
Boxeo

Pero quizás es revelador de cómo muchos jóvenes en Miami han recibido la noticia que decenas de ellos acudieron al Versailles este miércoles por un motivo distinto.

Casualmente, el restaurante había organizado al mediodía, a la misma hora que Obama habló por televisión a la nación, un combate del mejor boxeador cubano del momento, Guillermo Rigondeaux, oro olímpico por Cuba en varias ocasiones, que desertó de la isla para vivir en Miami.

Al aire libre, en el estacionamiento del Versailles, muchos aficionados eran ajenos al revuelo frente a la famosa ventanita, y algunos incluso dijeron que no querían saber nada de política.

Para el dueño del Versailles, Felipe Valls, que su restaurante se convierta en un circo no es ninguna molestia.

El salón de restaurante estaba lleno a la hora del amuerzo, mientras afuera se formaba todo el alboroto.

Para los turistas en Miami, una visita a este famoso restaurante se ha convertido en una parada casi obligatoria.

«Esto es parte de lo que somos», decía Valls señalando a su alrededor a periodistas, aficionados al boxeo, y a los tribunos del ágora.

 

Información El Nacional

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