Rodolfo Izaguirre: Venezuela vive «una tragedia griega» pero dice que no se va del país - 800Noticias
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EFE

El escritor, poeta, columnista y crítico cinematográfico venezolano Rodolfo Izaguirre, que presentará este sábado en Miami su libro «En el tiempo de mi propia vida», dice que no se va de su país, porque quiere «ver el final de la película».

Quien fue durante más de 20 años director de la Cinemateca Nacional de Venezuela afirmó hoy en una entrevista con Efe que el género cinematográfico que mejor cuadra a lo que pasa en su país es el drama, pero se queda corto.

«Es una tragedia griega, bochornosa y tenebrosa», con «genocidio y diáspora», subraya Rodolfo Izaguirre, padre del escritor y presentador Boris Izaguirre.

El libro «En el tiempo de mi propia vida», que se presentará mañana sábado en la librería Altamira de Coral Gables y ya está disponible en Amazon, reúne una selección de crónicas de Izaguirre sobre «el país venezolano» publicadas en el diario El Nacional desde hace unos cuatro años.

Al principio en esas crónicas recogía ideas, reflexiones, fragmentos de recuerdos, pero a medida que la crisis del país se hacía más honda, la reflexiones cobraron más profundidad de la que se pretendía inicialmente, explica Izaguirre.

La selección es de su hija Valentina y el dibujo de la portada, que muestra la mano de Izaguirre con una rosa teñida por una mancha azul que no es otra cosa que el mapa de Venezuela, es de Juan Delcan, el esposo de ella.

A sus 87 años se le pasó la edad de tener miedo, dice Izaguirre, cuando se le pregunta si no teme represalias por sus duras palabras acerca de la gestión del Gobierno de Nicolás Maduro. Este régimen es una «pandilla delictiva» ligada al narcotráfico, subraya.

Aunque «todavía» no se vislumbra solución a la crisis, él no pierde la esperanza de que en algún momento aparezca y no quiere dejar por eso su país, donde vive solo en su casa de Caracas desde que enviudó hace dos años de Belén Lobo.

A Miami vino a presentar el libro, pero su idea es regresar, porque tiene que «cuidar los helechos» de su jardín y porque «todo lo que comienza termina» y él espera ver el final.

En el caso de Venezuela hay peligro de que la gente «se acostumbre a no tener nada» como ocurrió en la URSS y en Cuba, pero ahora no hay comida ni medicinas y nunca se había visto «un espectáculo tan terrible» como la gente comiendo de la basura.

El «derrumbe» es tal -dice- que la gente no encuentra explicación, aunque está claro que se debe a una «mala praxis» política, a aplicar políticas económicas equivocadas a pesar de que se conocen los adversos efectos que han tenido, pero también a que el país y su enorme riqueza petrolera fueron «saqueados».

«No se sabe cómo escribir esa cifra, cuántos ceros hay que ponerle», dice.

Para Izaguirre, «hay que volver al centro», esa es la clave para salir del atolladero. Como «hace un buen tenista, siempre hay que buscar el centro», pero «el centro se perdió» en Venezuela.

La oposición no logra encontrar la manera de afrontar la crisis y el régimen, aunque «es incapaz de ofrecer una solución», es «más hábil y más perverso» que los opositores, señala.

Además de «En el tiempo de mi propia vida», prologado por el intelectual venezolano Moisés Naim, Izaguirre ha publicado en Venezuela «Obligaciones de la Memoria», que reúne otras crónicas y tiene como objetivo hacer que los venezolanos «no olviden lo que está ocurriendo».

«La memoria del país es frágil y corta», subraya.

Izaguirre no sabe cómo va a acabar este periodo, pero está seguro de que el país que surja será diferente al que «hemos tenido siempre», con nuevas ideas, visiones y cultura y las aportaciones de los que se fueron.

A su juicio, el único «triunfador» con el descalabro venezolano fue «el régimen castrista, especialmente Fidel Castro». «Se apoderó de un país tan rico sin hacer un solo disparo», señala.

«En Izaguirre se da con intensidad lo que Antonio Gramsci llamó ‘el pesimismo del intelecto y el optimismo de la voluntad’. El autor ha sido una víctima más de las terribles circunstancias de la Venezuela chavista, las cuales detesta y denuncia. Pero, es imposible leer este libro sin pensar que él siente que se puede crear un país más decente del que ahora tenemos», indica Naim en el prólogo.

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