Rod Rosenstein, uno de los baluartes de la investigación de la trama rusa - 800Noticias
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EFE

La dimisión del vicefiscal general de Estados Unidos, Rod Rosenstein, este lunes supone la salida de uno de los baluartes que han sustentado la investigación de la llamada trama rusa, una indagación que ha supuesto un quebradero de cabeza para Donald Trump desde que asumió la Presidencia, en enero de 2017.

La marcha de Rosenstein supone el desenlace natural tras la conclusión de esas pesquisas y pone punto final al desencuentro entre el funcionario y la Casa Blanca, que se venía macerando desde hace meses y que se había vuelto insostenible desde septiembre pasado.

Ese mes el diario The New York Times reveló que el «número dos» de la cartera de Justicia había ofrecido al FBI grabar sus conversaciones con el presidente con el propósito de recopilar pruebas que permitieran abrir un proceso para deponer a Trump.

A pesar de que el vicefiscal se apresuró a desmentir esa información, su lealtad al mandatario quedaba completamente en entredicho.

La oferta de Rosenstein se produjo, según el periódico, después de que la Casa Blanca despidiera en mayo de 2017 al entonces director del FBI James Comey, quien acusó al presidente de haberle exigido fidelidad en el marco de las pesquisas de la trama rusa y llegó a amenazar con sacar a la luz una serie de grabaciones que lo demostrarían.

Durante más de dos años, esa investigación, dirigida el fiscal especial Robert Mueller, ha sido motivo de enfrentamiento entre Trump y el Departamento de Justicia, hasta el punto de que el mandatario ha atacado en numerosas ocasiones a Mueller, Rosenstein, al FBI y al extitular de esa cartera Jeff Sessions, despedido por el presidente en noviembre.

Después de que Sessions se recusara de la investigación por sus contactos con Moscú, fue Rosenstein quien quedó a cargo de una pesquisa que puso en manos de Mueller, un profesional de gran prestigio que había dirigido el FBI durante presidencias tanto republicanas como demócratas.

Desde ese momento, la Casa Blanca perdió cualquier control sobre la investigación, puesto que, como fiscal especial, Mueller solo debía responder ante Rosenstein.

El mandatario comenzó entonces a socavar la credibilidad de Mueller y a dejar entrever que estaba considerando su posible despido, algo que realmente no estaba en sus manos, por lo que legisladores demócratas y republicanos le advirtieron de que semejante argucia provocaría una crisis institucional.

Fue entonces cuando Trump comenzó a especular con la posibilidad de despedir directamente al vicefiscal general, con el propósito de nombrar a un sustituto más dispuesto a pasar página y a ordenar el cierre de las investigaciones.

De nuevo, la clase política puso el grito en el cielo.

Pese a toda esta controversia, Rosenstein ha conseguido mantenerse en el puesto hasta la conclusión de la investigación, que Mueller puso fin con un informe entregado al Departamento de Justicia.

A mediados de este mes, la cartera de Justicia publicó una versión censurada del documento, con numerosas tachaduras, que concluye que no hay «pruebas suficientes para apoyar cargos criminales» relacionados con los «numerosos contactos entre individuos vinculados al Gobierno ruso» y el equipo electoral de Trump en 2016.

Sin embargo, el informe del fiscal especial arroja dudas sobre una posible obstrucción a la Justicia por parte el mandatario.

Con la misión cumplida, Rosenstein se marcha ahora no sin polémica por el papel que ha desempeñado en las últimas semanas, ya que estuvo junto al fiscal general actual, William Barr, en la rueda de prensa en la que este insistió en que la investigación de Mueller no halló conspiración entre la campaña de Trump y Rusia.

Rosenstein también ha suscrito la hipótesis de Barr, quien defiende que no hay pruebas de obstrucción a la Justicia por parte de Trump en el informe.

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