OPINIÓN | María Corina Machado: El 10 de enero de 2019 - 800Noticias
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Redacción 800 Noticias

Comienza el año con la oportunidad de convertir un hito constitucional -el fin del período presidencial- en un detonante para acelerar las fuerzas institucional e internacional que se requieren para provocar la ruptura del régimen.

Vincular este hecho a la legitimidad de Maduro es absurdo. Todo el mundo sabe que Nicolás Maduro es un tirano ilegítimo que se robó la elección presidencial del 2013, entregó nuestra soberanía al régimen cubano, provocó intencionalmente una catástrofe humanitaria, está siendo juzgado por crímenes de lesa humanidad en la Corte Penal Internacional y fue condenado por ladrón por el TSJ legítimo.

En Venezuela existe un estado criminal cuyo daño a los venezolanos y amenaza para la región y Occidente, no cambia entre el 9 y el 11 de enero. Sin embargo, formalmente está planteada la siguiente situación: el 10 de enero concluye un período presidencial y NO HAY presidente electo. Existe un vacío de poder que la Asamblea Nacional tiene la obligación de llenar; y debe hacerlo designando un gobierno de transición encabezado por el propio presidente del parlamento.

Por supuesto que esto tiene riesgos; todos sabemos lo que ello implica. Habrá seguramente una nueva arremetida y más persecución. Pero no hay otra opción frente a un estado criminal que el desconocimiento total de la tiranía y la cohesión de toda la fuerza institucional en la dirección de la ruptura del sistema.

Los diputados que en las próximos días asuman la Presidencia y las Vicepresidencias de la Asamblea Nacional deben tener presente la responsabilidad histórica que esto significa y tener una gran fortaleza ética y espiritual.

En esta hora crucial de nuestra historia, cada uno de los diputados a la Asamblea Nacional tiene la enorme responsabilidad y el deber de elegir para la nueva directiva, el próximo 5 de enero, a hombres y mujeres que estén a la altura de este desafío; que tengan el carácter y la integridad para plantarse sin vacilaciones ante la tiranía.

No es momento de repartición de cuotas o de acuerdos entre cúpulas. Nos estamos jugando la vida y los ojos de cada venezolano y del mundo están sobre la Asamblea Nacional.

Este día no está en discusión la legitimidad de Nicolás Maduro, porque nunca la tuvo. Lo que está en juego es la legitimidad de la propia Asamblea Nacional y su contribución a concretar una impostergable ruptura histórica.

Durante veinte años los venezolanos hemos dado una lucha sin tregua en todos los terrenos por nuestra Libertad. El daño ha sido brutal: en vidas, en patrimonios, en instalaciones. Costó mucho entender y asumir que no sólo enfrentamos un sistema totalitario, sino, peor aún, un estado criminal; que sólo saldrá con fuerza e inteligencia.

Si la Asamblea no cumple su mandato, habrá que acumular más fuerzas de otros sectores, pero seguiremos adelante con el mismo propósito y urgencia.

Si la Asamblea Nacional asume la ruta del coraje, del desconocimiento y de la ruptura, contará con el respaldo de los venezolanos y de las fuerzas democráticas del mundo.

A horas de iniciar un nuevo año, que debe ser el de nuestra libertad definitiva, mi solidaridad con cada venezolano perseguido, exiliado, preso; mi respeto a quienes jamás se han callado ni concedido en sus principios, y mi confianza en todos los venezolanos; sabemos lo que tenemos que hacer, y lo vamos a hacer bien.

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