#Opinión | «Maduro compromete la soberanía nacional» por Fernando Ochoa Antich - 800Noticias
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Artículo de opinión de Fernando Ochoa Antich

Venezuela enfrenta actualmente una compleja y delicada situación internacional que pone en grave riesgo su soberanía nacional. La inconveniente e innecesaria política de enfrentamiento con los Estados Unidos, implementada por Hugo Chávez, ha sido irresponsablemente continuada por Nicolás Maduro, sin importarle las delicadas consecuencias que nuestra Patria tendría que enfrentar ante el agravamiento de tan disparatada conducta. El análisis de esta situación no debe hacerse desde un punto de vista valorativo para evitar que perturbe la objetividad de sus conclusiones. La opinión pública venezolana está dividida en dos sectores: el que respalda una intervención multilateral y el que la rechaza como forma de solución a nuestra grave crisis. Según una reciente encuesta el apoyo a una intervención multilateral ha disminuido al 40 %. Aun así, sería un porcentaje favorable muy alto que ratifica  la polarización  existente entre las dos posiciones. En lo personal, me encuentro en el sector que rechaza esa intervención por considerar que causaría muy dolorosas y trágicas consecuencias para nuestro pueblo.

Ese enfrentamiento con los Estados Unidos y sus aliados comenzó desde hace varios años. Inicialmente, las filípicas de Chávez y de Maduro eran ignoradas. Se consideraba que la mayoría de los venezolanos, así lo demostraba el resultado de las elecciones, respaldaban el “socialismo del Siglo XXI”. Sin embargo, sus ineficientes gobiernos y la creciente corrupción que los caracterizaron crearon las condiciones para el  triunfo de la oposición en las elecciones parlamentarias del año 2015.  Esa derrota no fue aceptada por Nicolás Maduro, quien comenzó a violentar las normas constitucionales para impedir que la Asamblea Nacional pudiese cumplir sus funciones. Fueron tales los desafueros cometidos que el gobierno de Venezuela fue considerado como anti democrático. En consecuencia, los Estados Unidos empezaron a imponer las primeras sanciones a algunos de sus funcionarios señalados de corruptos y violadores de derechos humanos. Progresivamente, la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos se sumaron al rechazo en contra del régimen madurista. Para colmo, su vocación continuista condujo a las inconstitucionales elecciones presidenciales de mayo de 2018. Esa acción produjo su total desconocimiento por la comunidad internacional.

 Recientemente, los Estados Unidos han endurecido las sanciones impuestas ante la intransigente posición del madurismo en las negociaciones de Barbados y las acciones represivas tomadas contra los miembros de la Asamblea Nacional. En medio de esta situación, la diáspora continúa comprometiendo aún más la estabilidad de los países de la región y dando origen a un delicado proceso en el cual  la decisión de lo que pueda ocurrir en Venezuela se desplazó del ámbito nacional al internacional. En ese estadio de cosas, ni el madurismo ni la oposición podrán influir en la nueva situación. Es decir, otros decidirán por nosotros. Tan compleja realidad debería ser analizada por los Altos Mandos de la Fuerza Armada Nacional, como también tendrían que entender que tan dolorosa circunstancia se deriva de la actitud antipatriótica de Nicolás Maduro y su camarilla, que por mantenerse en el poder no les importa el sufrimiento de nuestro pueblo ni los riesgos que pueda enfrentar Venezuela. Los intereses internacionales en juego serán, en definitiva, los que definirán nuestro destino. Esta realidad se evidenció en la reunión celebrada hace pocos días entre Estados Unidos, Rusia, China y la Unión Europea para discutir sobre nuestra realidad.

           Algunos analistas, influidos fundamentalmente  por ideales que aspiran  un mundo en donde impere la justicia y la paz, consideran que una intervención multilateral a Venezuela, liderada por los Estados Unidos, no ocurrirá en los tiempos por venir. Creo que están equivocados. Esa intervención puede o no realizarse. La decisión la tomarán los actores internacionales en base a sus intereses vitales, pero siempre les corresponderá  a ellos y a nadie más. La crisis venezolana afecta con mayor intensidad a los Estados Unidos, Colombia, Brasil, Ecuador, Perú y Chile. El general Vladimir Padrino López debería realizar una “Apreciación de la Situación”,  extraordinaria aplicación del pensamiento cartesiano al campo militar, para determinar con certeza la posibilidad que esa amenaza se pueda materializar. No tengo dudas en afirmar que existe el riesgo  de que pueda ocurrir. La importante capacidad militar de esa alianza está a la vista. Plantear que nuestro pueblo se organizará para resistir mediante una guerra de Cuarta Generación no es más que un imperdonable engaño. Condenar a  Venezuela a ese nuevo sacrificio es un criminal acto de traición a la Patria.

 El llamado que hizo el general Padrino a la “unión nacional” para enfrentar “la agresión más brutal” como denominó “el bloqueo” es irrealizable. El debería conocer que más del 85 % de los venezolanos aspiran un cambio político y rechazan al régimen madurista. Tampoco es cierto que exista un grupo de “traidores”, una quinta columna, que intenta “destruir  la Fuerza Armada Nacional”. A menos que se considere que esa abrumadora mayoría opositora sea la llamada quinta columna. Creo que el general Padrino está equivocado. Lo que aspiran los venezolanos es que nuestra Institución cumpla cabalmente con el artículo 328 constitucional, y que coadyuve en el logro de un acuerdo entre madurismo y  oposición que permita convocar a elecciones libres, a la brevedad posible, con un nuevo Consejo Nacional Electoral y la presencia de observadores internacionales. Tengo entendido que en estos puntos se ha avanzado en las negociaciones en Barbados. El impase es la posición de Maduro de querer mantenerse inconstitucionalmente en la presidencia de la República y la de los Estados Unidos de no suspender las sanciones mientras Maduro no abandone el poder.

A ustedes, miembros de la Fuerza Armada les pregunto: ¿Puede justificarse que la ambición de un solo hombre y la absurda aplicación de un retrógrado proyecto político permitan que una Nación y todo un pueblo, incluidos a nosotros mismos,  continúen siendo sometidos a la miseria, al hambre, a la crisis hospitalaria, a la inseguridad, a la violación de sus derechos políticos, al riesgo de comprometer nuestra soberanía  y pare usted de contar? La Fuerza Armada Nacional debería reflexionar sobre tan delicada realidad. Está en juego el destino de Venezuela.

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