OPINIÓN | El último discurso de Maduro - 800Noticias
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Por Omar González

Los cuatro pelagatos que el pasado miércoles estuvieron presentes en la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), en Nueva York, Estados Unidos, fueron testigos de lo que seguramente fue el último discurso de Nicolás Maduro en esa importante tribuna mundial, ya que su régimen se derrumba y aumenta la  presión dentro y fuera del país para encontrar una salida que le ponga fin a la terrible tragedia que vive el pueblo venezolano.

Despreciado por la inmensa mayoría de los ciudadanos de nuestro país, así como por presidentes, cancilleres y embajadores de la comunidad internacional,  Maduro pronuncio una pobre alocución ante la peor audiencia en cuanto a número de dignatarios presentes, asumiendo con voz lastimera el papel de víctima, cuando ya nadie le cree, tal como quedó demostrado por la inédita decisión de los presidentes deArgentina, Canadá, Colombia, Perú, Chile y Paraguay de denunciarlo ante la Corte Penal Internacional (CPI) por los crímenes de lesa humanidad cometidos y por las 93 naciones que votaron a favor de una intervención humanitaria en Venezuela con el fin de proteger los derechos humanos de sus habitantes.

Entre las pocas personas presentes en el gigantesco y desolado auditorio de la ONU estaba su esposa, Cilia Flores, quien junto con el General Vladimir Padrino López, Delcy Rodríguez, su hermano,  Jorge Rodríguez,  José Omar Paredes y Edgar Sarria, de su círculo más intimo,  fueron sancionados por Estados Unidos un día antes, acusados de corrupción y a quienes le incautaron numerosas empresas, lujosos inmuebles, millonarias cuentas bancarias y hasta una moderna aeronave Gulfstream G200 valorada en más de 20 millones de dólares; mientras el pueblo venezolano se muere de hambre.

De todas maneras allí estaba Nicolás Maduro, con su cartilla castro comunista sobre el podio de oradores,  su panza cada vez grande y sus ojos repletos de soledad, haciendo el papel de víctima, para denunciar que el supuesto atentado en su contra con drones el pasado 4 de agosto, en la Avenida Bolívar de Caracas,  se planificó y financió en territorio de los Estados Unidos y para reiterar que habían diplomáticos de Chile, Colombia y México involucrados con los autores materiales del hecho.

En un giro inesperado, el mismo hombre que denunciaba en ese escenario internacional, que Estados Unidos lo quería matar y que era el país responsable  de una de las arremetidas más infames y bochornosas que se han conocido en los últimos años en contra de su gobierno, terminó pidiendo ayuda de manera humillante al mismísimo presidente Donald Trump, con quien dijo que quería reunirse y estrechar su mano, y la intervención del FBI en las investigaciones del supuesto atentado en el que norteamericanos lo quisieron matar. ¡Qué ocurrencia!

También pedía que la propia denostada ONU nombrara un delegado especial que adelantara una investigación independiente sobre implicaciones y responsables del supuesto atentado en su contra. En fin, una contradicción tras otra en su desabrida disertación.

Poco hablo de la más cruda y cruel consecuencia de  la devastación que ha sufrido el país como es la crisis migratoria.  Incluso negó que fuera por culpa de su nefasto régimen  que  millones de venezolanos hayan tenido que huir en busca de alimentos, medicinas y seguridad.

Tampoco se refirió  a la hiperinflación calculada en más de un millón por ciento anual, ni del sesenta por ciento de los niños menores de cinco años que están ahora gravemente desnutridos, ni del colapso de los servicios de agua, electricidad, transporte, ni de las cascada de defaults o incumplimientos de pagos de la gigantesca deuda externa contraída por ellos, ni de la quiebra de la industria petrolera y de la entrega de gran parte del territorio nacional a bandas criminales y a la guerrilla colombiana, ni de los contratos ilegales suscritos con China y Rusia.

De nada de eso hablo.  Quizás porque está consciente que la realidad de la nación es mil veces más terrible que la peor descripción que hicieran en sus intervenciones los mandatarios del mundo que trataron el tema de la crisis de Venezuela  en la ONU.  Así de sombría y opresiva es nuestra realidad durante los últimos días del régimen de Maduro y su pandilla.

@omargonzalez6

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