Manifestaciones siguen enlutando a una Honduras en la que no cesa la crisis - 800Noticias
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EFE

Las manifestaciones violentas durante tres días en Honduras dejaron al menos tres muertos, decenas de lesionados y detenidos y pérdidas millonarias por daños a la propiedad privada y pública, según empresarios y fuentes del Gobierno.

Entre miércoles y viernes dos personas murieron en Tegucigalpa y otra en el occidental departamento de La Paz, durante manifestaciones violentas, de las que el presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, volvió este sábado a acusar a la oposición.

La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas de Derechos Humanos en Honduras (OACNUDH) pidió el viernes a las autoridades que se haga una investigación «pronta e imparcial» de los hechos violentos registrados durante tres días.

En lo económico, las pérdidas durante los tres días de protestas, con paros incluso de centenares de transportistas de carga y de más de un centenar de policías exigiendo conquistas sociales, son «millonarias», según el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep) y las Cámaras de Comercio e Industrias de Tegucigalpa (centro) y Cortés (norte).

Durante las protestas hubo incendio de vehículos, saqueos y roturas de cristales en restaurantes de comidas rápidas, comercios de electrodomésticos, alimentos, oficinas públicas, un paro de más de un centenar de transportistas de carga y una rebelión de decenas de agentes especiales «Cobras», de la Policía Nacional, que exigían conquistas sociales incumplidas por la Secretaría de Seguridad.

Aunque el país amaneció con una relativa calma, sectores de la oposición, comenzando por el Partido Libertad y Refundación (Libre), que lidera Manuel Zelaya, quien desde a finales de 2018 ha venido promoviendo «comandos de insurrección» para sacar del poder al presidente Hernández, han advertido que las protestas en las calles continuarán a nivel nacional.

El presidente del Cohep, Juan Carlos Sikaffy, reiteró que los responsables del saqueo de negocios y vandalismo deben ser identificados, capturados y remitidos a los tribunales de justicia.

Sikaffy considera que la crisis que atraviesa el país, con un sector de los maestros y médicos que exigen mejores sistemas de educación y salud, porque los actuales son muy deficientes, más otros sectores de oposición que exigen la salida del poder de Hernández, deben buscar una solución mediante un «verdadero diálogo».

Los reclamos de maestros y médicos aglutinados en una Plataforma para la Defensa de la Salud y Educación comenzaron en abril, luego de que el Parlamento aprobó dos decretos asociados a los sistemas educativo y sanitario.

Los galenos y docentes de la Plataforma exigieron la derogación de los dos decretos, lo que Hernández aprobó el 2 de junio, pero las protestas no han cesado y cada una de las partes ha iniciado un diálogo que dicen tener como objetivo mejorar los sistemas de salud.

El presidente Hernández considera que «en cualquier momento» los directivos de la Plataforma se sentarán en la misma mesa con el Gobierno para buscar una solución, aunque los maestros y médicos han reiterado que el diálogo que promueve el Ejecutivo es «falso».

Por segunda vez en menos de un mes, el mandatario salvadoreño participó en una «Marcha por la paz» en Tegucigalpa promovida por el gobernante Partido Nacional, en la que acusó a la principal fuerza de oposición, el Partido Libertad y Refundación (Libre), de estar «inventando mentiras» y la culpó de ser la causante de la violencia en las últimas manifestaciones.

Según Hernández, la oposición se inventa mentiras que después difunde en redes sociales para crear confusión entre los hondureños.

Enfundados en camisas blancas y portando mantas y pancartas con mensajes alusivos a la paz, miles de activistas del Partido Nacional, muchos de ellos empleados públicos, marcharon por un bulevar en el oriente de la capital, hasta donde llegó Hernández con su esposa, Ana García, como en sus tiempos cuando andaba en plena campaña política.

«Unidos por Honduras Unidos por la paz», «Mel (Manuel) Zelaya basta ya de tratar de destruir la economía» y «Honduras quiere paz», se leía en algunas mantas y pancartas que portaban los manifestantes.

«A Juan Orlando parece que se le ha olvidado que ya no es candidato presidencial, sino el presidente del país; él no debería de andar en marchas de su partido porque con eso crea más rechazo entre quienes no lo quieren en el poder», dijo a EFE el economista Arnoldo Ramírez, en una gasolinera a orillas de un bulevar, paralelo al carril donde Hernández pronunciaba su discurso.

Hernández le pidió «a todos los buenos hondureños» trabajar «juntos por defender la familia, generar empleos y luchas por la economía».

Honduras lleva diez años en crisis desde el derrocamiento de Manuel Zelaya, el 28 de junio de 2009, lo que provocó una división de los hondureños entre «golpistas» y «golpeados», sin que se hayan cerrado las heridas que dejó el golpe de Estado.

La otra crisis, que continúa, se desató luego de las elecciones generales de 2017, por el «fraude» que aduce la oposición hubo en la reelección de Hernández. A eso se suma la protesta de los maestros y médicos que abogan por una mejor educación y salud para el país.

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