Macri otorga un aumento salarial del 20% a miembros de las Fuerzas Armadas - 800Noticias
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En un esfuerzo por normalizar las relaciones, el presidente Mauricio Macri dispuso un aumento de 20% a los salarios de las Fuerzas Armadas. Fue una decisión política a contramano de las medidas de austeridad fiscal que el Gobierno prometió al FMI para merecer un rescate financiero de 50.000 millones de dólares, pero necesaria para calmar lo que ya amenazaba con convertirse en una grave tormenta.

Hace dos semanas, la Casa Rosada dispuso una subida salarial de sólo 8% para los cargos militares más bajos y sumas fijas para los más altos, en un contexto inflacionario que podría llegar al 30% en 2018. El repudio entre los uniformados fue tal que debió suspenderse el desfile militar del día de la Independencia, el 9 de julio.

El Presidente comunicó la decisión de elevar la pauta salarial de las Fuerzas Armadas al ministro de Defensa, Oscar Aguad, durante una reunión que mantuvo en la residencia oficial de Olivos. El 20% no recupera la pérdida por inflación, pero al menos resuelve parte de la brecha abismal que hoy separa los salarios de los militares con los integrantes de las fuerzas de Seguridad, como Policía, Prefectura Naval y Gendarmería, estos últimos a cargo del control de las fronteras. Esas fuerzas cobran hasta 25% más que los uniformados de carrera. Hace una semana, durante una entrevista de radio, el ministro Aguad reconoció que la situación era insostenible. “Un comisario de la Policía Federal cobra dos veces más de lo que gana un general”, dijo. Y achacó esas diferencias a la herencia kirchnerista, que asoció a las Fuerzas Armadas con la dictadura. “Fueron estigmatizadas durante diez años a partir de no aumentar los salarios de los militares, que quedaron totalmente desfasados” respecto a otras fuerzas, explicó el ministro.

La cuestión de fondo supera ampliamente lo salarial. Las Fuerzas Armadas no tienen hoy un rol claro en Argentina, un lastre que cargan desde el regreso a la democracia, en 1983. Los primeros años fueron de ajuste a la nueva realidad política. Le tocó a Raúl Alfonsín juzgar a los jerarcas del régimen, y por ello debió enfrentar una sucesión de levantamientos militares. Zanjó la cuestión con las llamadas leyes del perdón, que dejaron impunes miles de delitos de lesa humanidad cometidos por los cuadros bajos y medios. Carlos Menem dio un paso más allá y en 1990 indultó a todos los militares golpistas y a los jerarcas condenados por genocidio. A cambio, redujo el presupuesto en Defensa como nunca antes y envió al Ejército a misiones de paz fuera del país.

Cuando Néstor Kirchner llegó al poder derogó los decretos de Menem y los juicios por delitos de lesa humanidad se reactivaron. En el frente político, un decreto presidencial prohibió al Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada a participar de cualquier evento que no involucrara el ataque de un Estado extranjero. Ya tenían prohibido intervenir en conflictos internos, pero el texto los dejó además fuera la lucha contra el narcotráfico en las fronteras o contra cualquier tipo de ataque terrorista. Mientras las Fuerzas Armadas se achicaron, crecieron el resto de las fuerzas de seguridad, tanto en presupuesto como en personal y equipamiento.

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