Las tragedias familiares sufridas por Lula desde que abandonó el poder - 800Noticias
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EFE

La muerte de un nieto de 7 años este viernes se suma a otras tragedias sufridas por Luiz Inácio Lula da Silva desde que abandonó la Presidencia de Brasil en 2011, entre las cuales están los fallecimientos de su esposa y de un hermano, su batalla contra un cáncer y su encarcelamiento por corrupción.

Arthur Araujo Lula da Silva, uno de los seis nietos del exmandatario, murió a los 7 años víctima de meningitis meningococica en el hospital de Sao Paulo en el que había sido ingresado en la mañana de este mismo viernes.

Arthur era hijo de Sandro Luis Lula da Silva, uno de los tres hijos del ex jefe de Estado con Marisa Leticia Rocco, su compañera por 44 años y que murió en febrero de 2017, siete años después del fin del Gobierno del líder sindicalista (2003-2010) y cuando el carismático líder ya era acosado por acusaciones de corrupción.

Lula Da Silva

La muerte del nieto se produjo exactamente un mes después de la de Genival Inácio da Silva, su hermano mayor, conocido como Vavá, que tenía 79 años y que luchaba contra un tipo raro de cáncer que afectó sus vasos sanguíneos.

Así como ocurrió tras la muerte de Vavá, su hermano más cercano y su guía al comienzo de su carrera sindical, Lula inició una batalla judicial para que se le permita acudir al entierro del nieto.

El exlíder obrero de 73 años quería acudir al entierro de su hermano pero la Justicia tan solo le autorizó una reunión familiar cuando el cuerpo de Vavá ya había sido sepultado, por lo que decidió permanecer en su celda.

Pero otras tragedias ya habían sacudido al que fuera considerado como el presidente más carismático en la historia de Brasil desde que fue sucedido por su ahijada política, Dilma Rousseff, que fue destituida por el Congreso en 2016.

La que más lo afectó fue la muerte de la ex primera dama Marisa Leticia a los 66 años, ocurrida en febrero de 2017.

Rocco, que murió tras pasar nueve días en coma en un hospital de Sao Paulo por un derrame cerebral, conoció a Lula en 1973 cuando acudió a la sede del Sindicato de Metalúrgicos de Sao Bernando do Campo para recoger documentos que le ayudaran a completar las exigencias para solicitar su pensión como viuda.

Tras casarse con el entonces líder sindical un año después, que también era viudo, participó junto a su marido en la fundación del Partido de los Trabajadores (PT) en 1980 y siempre fue reconocida como una dirigente de la formación entre bambalinas.

Lula atribuyó la muerte de su esposa a la supuesta persecución política que ambos sufrían y a las preocupaciones generadas por los procesos judiciales, en uno de los cuales figuraban juntos.

«Marisa murió triste por la canallada que hicieron con ella y por las imbecilidades y maldades que sufrió», aseguró el exmandatario en el velatorio, tras relatar las humillaciones que sufrieron cuando la Policía invadió el apartamento familiar para registrarlo y conducirlo a la fuerza a declarar a una comisaría.

Tan solo diez meses después de dejar la Presidencia, el líder izquierdista, que fumó durante 40 años, fue diagnosticado con cáncer en la laringe y obligado a someterse a un severo tratamiento de quimioterapia. Pese a que el tumor maligno fue extirpado totalmente, su estado físico y su ánimo no volvieron a ser los mismos.

Entre otras tragedias familiares antes de llegar a la Presidencia, Lula recuerda principalmente la muerte de su madre, «Doña Lindu», ocurrida en 1980 cuando él estaba preso por haber liderado protestas sindicales contra la entonces dictadura en Brasil, y la de su primera esposa, María de Lourdes da Silva, que falleció en 1971, cuando estaba en el octavo mes de embarazo, tras contraer hepatitis.

Pero los procesos de corrupción tras el fin de su Gobierno también le han propinado duros golpes en su vida personal.

Lula fue encarcelado en abril del año pasado tras haber sido condenado por un tribunal de segunda instancia a 12 años de prisión por corrupción pasiva en un caso vinculado al gigantesco escándalo por los desvíos de la petrolera estatal Petobras.

El mes pasado fue condenado por segunda vez por corrupción, a 12 años y 11 meses de cárcel, acusado de haberse beneficiado de las reformas millonarias que tres constructoras realizaron en una casa de campo que había sido cedida a su familia para descansar.

En total, el expresidente acumula ocho causas en la Justicia, incluidas las dos por las que fue condenado, todas ellas vinculadas con diferentes asuntos de corrupción.

Sus abogados han pedido en reiteradas ocasiones la libertad del expresidente, a quien consideran víctima de una «persecución política», pero todas las demandas han sido rechazadas.

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