¡IMPACTANTE! El hombre de los 594 kilos que sueña con tocar guitarra - 800Noticias
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Juan Pedro Franco nació pesando 3,5 kilos y a partir de ahí su cuerpo de bebé ganaba 10 cada año. «Yo pesaba 60 kilos con seis años», explica a Crónica este mexicano que ostenta el récord Guinness como el hombre más obeso del planeta al alcanzar los 594,8 kilos.

Nos recibe en su casa, tapado sólo por una sábana y en una cama reforzada con hierros convertida en prisión obligada desde hace años. Su handicap es que su enfermedad, es la de ser gordo, muy gordo, y eso, aunque sea una sentencia de muerte, más que en solidaridad desemboca en una broma, en un desprecio o en un insulto. «Dejé la escuela en Secundaria porque sufrí muchos abusos de mis compañeros. Los niños a ese edad son muy crueles. Me golpeaban entre varios, se burlaban de mí…», narra este hombre de 33 años que ya no se mueve de ese colchón y que lucha ahora por su vida: «Ni va al baño, ni se ducha. No puede moverse, todo lo hace en la cama», explica su madre, María de Jesús Salas, en su casa de Guadalajara (México).

La vida de Juan Pedro es una rareza genética. El menor de cuatro hermanos, dos hombres y una mujer, que no tienen obesidad mórbida como él, y que como dice su madre nació con una condena: «Le engorda hasta beber agua».

Los recuerdos son casi siempre amargos: «No pude conseguir ropa normal desde niño, toda me la debían hacer a medida. Sólo he ido al cine de chiquito, como a los restaurantes. Dejé de ir ya de adolescente porque no cabía en las butacas», rememora Juan Pedro. La siguiente dolencia que le golpeó fue la pobreza, algo que también es complicado de curar cuando naces en la espalda de algunos países. «Siempre he estado con dieta. Como además mi papá se enfermó muy joven y éramos muy pobres no comprábamos pizzas, hamburguesas o refrescos», dice.

«Yo llevaba al niño al doctor porque todos comían lo mismo y sólo él subía de peso», añade su madre mientras él habla de los tiempos en que se permitía la proeza de salir a la calle: «Hasta los 17 años jugaba al fútbol y hacía deporte, pero tuve un accidente de coche y me quebré el cuerpo. Pasé un año y medio en cama. Entonces pesaba 240 kilos».

Fueron esos años en los que la báscula subía sin parar entre dietas de todo tipo e intentos fallidos de adelgazar un cuerpo molido por la obesidad. «Salí de la cama y empecé a hacer ejercicio y caminar. A los 23 años pesaba 335 kilos y con la ayuda de una institución conseguí bajar 80 pero dejaron de ayudarme, subí de nuevo el peso y con 25 años me dio una neumonía que me tumbó ya en cama hasta con oxígeno. Estuve en coma», recuerda el hombre.Y desde entonces no ha salido de esa cama. Su cuerpo se doblegó y ha rozado la muerte en diversas ocasiones. ¿Qué dietas has intentado? «La más rara fue una en la que sólo comí chicharrones durante dos meses. Bajé 30 kilos. También hice acupuntura». Todo efímero menos su amenazante grasa devastando su cuerpo.

Y la vida entonces pasó a ser un espacio reducido en el que ya era inservible hasta el baño que hubo que reformar en su casa porque no podía tampoco levantarse a él. Le mueven a los hospitales en vehículos especiales. No hay entorno, ni calle, ni amigos. «Uno o dos tengo y los doctores que me tratan». ¿Alguno de tus amigos de la niñez viene a verte? «No».A la cama, su cama, esa cama nada más, se reduce todo su mundo.

«Mi vida es escuchar música, tocar la guitarra, tejer. No veo casi la televisión, sólo el deporte y algún programa porque no me gustan las telenovelas. Leo libros como «Matar a un ruiseñor, La catedral del mar o El murmullo de las abejas. Lo peor es que me aburro mucho».Sin embargo, Juan Pedro tiene una opción de vida. O de vidas: poder sobrevivir primero y poder vivir después. «Le hicimos en mayo una conversión gástrica, que le quitó prácticamente el 80% del estómago, y perdió ya 229 kilos.

Ahora le acabamos de someter a un bypass gástrico en el que le redujimos a 50 mililitros la capacidad del estómago. Ahora pesa 366 kilos y el objetivo es que en un año baje a 120», explica su cirujano, el doctor José Antonio Castañeda, de la clínica Gastric Bypass México de Guadalajara que ha practicado la intervención de forma gratuita. «Cada año buscamos casos complicados de pacientes sin recursos que pueden morir».

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