+FOTO | El hambre como coacción para obligar a votar por Maduro - 800Noticias
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El Nuevo Herald

Lamski y Tatsienlu Pérez, gemelas de 52 años, miden el precio que han pagado por hacerle oposición al régimen de Nicolás Maduro en sus rostros demacrados y en su ropa holgada.

Las mujeres, que alguna vez fueron paramédicas, dicen que han perdido 77 libras (45 kilos) cada una desde el 2015, ya que sus salarios han disminuido a casi nada bajo los efectos de la hiperinflación y, denuncian, se les ha denegado el acceso a los programas de alimentos subsidiados debido a sus férreas posiciones contra el gobierno.

Pero el domingo, mientras el presidente Nicolás Maduro busca un nuevo mandato de seis años, las hermanas desafiantes dicen que van a boicotear en protesta lo que llaman elecciones «fraudulentas».

“Cuando me quito la camisa puedo ver mis costillas y huesos, y me dan ganas de llorar. Puedo ver mi hígado y mi páncreas”, dijo Lamski Pérez. “No estamos interesados en las elecciones. […] Lo que necesitamos es comida. Estamos desnutridas y necesitamos ayuda”.

Desde que asumió el cargo en el 2013, Maduro ha sido testigo de uno de los colapsos económicos más espectaculares de la historia. Venezuela, que alguna vez fue uno de los países más ricos del hemisferio y que posee las reservas de crudo más grandes del mundo, se ha convertido en uno de los más pobres de América Latina.

El país está atrapado en una profunda recesión y se espera que la inflación supere ampliamente la predicción del Fondo Monetario Internacional de 13,000 por ciento este año. El salario mínimo mensual no alcanza ni siquiera para comprar una bolsa de frijoles, la escasez de alimentos es desenfrenada, y más de un millón de personas han huido del país en los últimos dos años tratando de escapar del hambre.

Perversamente, la mala administración del país ha hecho que los 32 millones de habitantes dependan más que nunca del gobierno.

En el 2016, el gobierno comenzó a repartir bolsas de alimentos subsidiados, conocidos por sus siglas CLAP, para combatir lo que llama una “guerra económica” librada por Washington y otros enemigos. Según algunas versiones, el 70 por ciento de la población ahora confía en los alimentos CLAP para complementar sus dietas.

Y durante este ciclo de elecciones, los críticos dicen que la ayuda se ha convertido en un arma que forma parte de una máquina sofisticada y cínica para obligar a los venezolanos a votar a favor del régimen.

Carnet polémico

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El corazón del programa de subsidios es el “Carnet de la Patria”, una tarjeta de identificación electrónica que los venezolanos a menudo necesitan mostrar para recibir sus alimentos CLAP, medicamentos subsidiados y bonos en efectivo del gobierno.

El día de las elecciones, el régimen alentará a millones de personas a que registren esas tarjetas en los quioscos del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela, que serán instalados al lado de los centros de votación. Allí, los organizadores escanearán la tarjeta y podrán ver, en tiempo real, quién ha votado y expulsar a los que no.

El gobierno dice que el Carnet de la Patria es simplemente un instrumento de alta tecnología para asegurarse de que los subsidios del gobierno lleguen a los más necesitados. Y el sistema es completamente voluntario.

Pero en un país donde la mayoría depende de los subsidios para sobrevivir, el sistema se ha convertido en una herramienta electoral poderosa y perniciosa, dijo Luis Lander, el director del Observatorio Electoral Venezolano, un grupo de vigilancia electoral.

“Esto está siendo claramente utilizado para amenazar a los votantes”, dijo, y explicó que las personas temen que si no votan, podrían perder sus alimentos subsidiados por el gobierno. El gobierno insiste en que la ayuda no tiene obligaciones políticas, pero Lander dijo que la gente es cautelosa.

Venezuela usa máquinas de votación electrónica, y el Carnet de la Patria se escanean electrónicamente. Y aunque no hay evidencia de que los sistemas estén vinculados, la configuración parece diseñada para alimentar las dudas, dijo Lander.

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