Exjefe policial detenido en México, clave en el caso Ayotzinapa - 800Noticias
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EFE

El exjefe de Policía de Iguala Felipe Flores, operador de la red de corrupción del exalcalde José Luis Abarca como enlace con el grupo criminal Guerreros Unidos, es un personaje clave en el esclarecimiento del caso Ayotzinapa.

Flores, de 58 años de edad, ocupaba la Secretaría de Seguridad de Iguala, municipio del estado de Guerrero, la trágica noche del 26 de septiembre de 2014 cuando policías bajo su mando atacaron a los estudiantes y los desaparecieron.

Capturado hoy tras dos años prófugo, el testimonio de Flores se perfila como fundamental para esclarecer el ataque a los estudiantes y su destino final, dijo a Efe Héctor de Mauleón, analista y columnista del diario El Universal.

La noche del ataque Flores recibió reportes constantes y por eso puede explicar «el móvil de la agresión» y también por qué si los estudiantes fueron llevados a la comandancia «se cambió la orden y los desaparecieron», comentó De Mauleón.

Flores era un jefe policiaco reconocido en Iguala por ser primo del alcalde Abarca y por caminar sin protección por las calles, y aunque tenía un aspecto bonachón se le consideraba autoritario, según testimonios divulgados por la prensa mexicana.

Con una carrera de más de 30 años como policía, Flores conocía todos los pliegues de las complicidades entre políticos y grupos criminales.

«Los dos años que estuvo prófugo demuestran que la organización no está desmantelada», dijo De Mauleón sobre Flores, de quien se llegó a pensar que había sido asesinado por sus cómplices.

Con José Luis Abarca y su esposa María de los Ángeles Pineda, presos desde noviembre de 2014, Flores fue señalado por la Procuraduría General de la República (Fiscalía) como uno de los autores intelectuales del ataque y desaparición de los 43 estudiantes de la escuela para maestros de Ayotzinapa.

Según las autoridades era Pineda, familiar de dos operadores de Guerreros Unidos, la encargada de distribuir el dinero que recibían de esta organización criminal, con la complicidad de su esposo y del entonces jefe de la Policía.

La cercanía de Flores con la familia Abarca-Pineda era de tal magnitud que hay testimonios que lo sitúan al lado del alcalde en una investigación que apunta al político como autor de un asesinato a balazos de un oponente en 2013.

Las autoridades mantenían una recompensa de 2,5 millones de pesos (unos 134.000 dólares) por datos para detenerlo.

Según la investigación, Flores era el vínculo de los Abarca con Guerreros Unidos, el grupo criminal al que los policías bajo su mando entregaron a los estudiantes para su desaparición.

En una primera declaración, el exjefe policial afirmó que no tuvo conocimiento del ataque y que esa noche había permanecido en su oficina, aunque después se contradijo y reconoció que tuvo reportes de los hechos.

Por lo pronto, sus testimonios fueron determinantes para que las autoridades determinaran que Abarca mintió al asegurar que no sabía nada de lo ocurrido porque Flores le informó que había balazos en diversos puntos de Iguala, unos 300 kilómetros al sur de la capital mexicana.

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