Evo Morales se endurece ante sus adversarios en su empeño por la reelección - 800Noticias
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EFE

Tras la derrota electoral sufrida en febrero de 2016 en su intento de cambiar la Constitución de Bolivia para buscar un cuarto mandato, Evo Morales se endureció ante los adversarios políticos y varios medios y periodistas críticos y ahora persiste en el objetivo de la reelección.

El triunfo del «no» con un 51,30 % de votos contra la reforma constitucional planteada para permitir una candidatura de Morales en los comicios de 2019 fue un duro golpe personal, tomando en cuenta que estaba acostumbrado a ganar con altísimos apoyos desde 2006.

De la desilusión y el desconcierto, Morales pasó inmediatamente a la descalificación del resultado afirmando que fue producto de una guerra sucia con la telenovela sin fin en que se convirtió su antigua relación con Gabriela Zapata, presa desde febrero tras ser acusada de legitimación de ganancias ilícitas, entre otros delitos.

Y si alguien esperaba que esa derrota sellara el futuro político de Morales para dar paso a un recambio en su Movimiento al Socialismo (MAS) o la posibilidad de una alternancia en el poder, lo que pasó fue otra cosa: que el mandatario decidió jugar «un segundo tiempo» para insistir en la reelección.

El Gobierno abrió un frente contra los políticos que hicieron campaña en su contra y otro contra varios medios de comunicación y periodistas que contaron la historia de Zapata y del supuesto hijo que aseguraba haber tenido con el mandatario, pero que, según la Fiscalía, nunca nació.

La ostentosa vida de Zapata, la denuncia de que usaba oficinas gubernamentales para negociaciones ilegales y el aumento de su patrimonio trabajando para la compañía china Camce, que firmó varios contratos con el Estado boliviano, fueron un imán para todos los medios y un arma que usó la oposición para levantar sospechas sobre Morales.

Fue uno de los peores momentos del mandatario, con una controversia política en torno a si benefició o no a su expareja o a la Camce con sus influencias, aunque el Parlamento, controlado por el oficialismo, lo liberó de esas acusaciones.

En una reacción no vista en mucho tiempo contra la prensa, el Gobierno acusó a varios medios de formar «un cartel de la mentira» sobre el caso Zapata, lo que deterioró gravemente el clima de trabajo para los medios, según denunciaron organismos internacionales.

Además de la retórica hostil, la campaña ha tenido efectos concretos en los medios, que denunciaron que el Gobierno está provocando «una asfixia publicitaria» que amenaza la «independencia editorial» y provoca autocensura.

El endurecimiento del Gobierno también apunta a la oposición, en particular al dirigente y empresario Samuel Doria Medina, que afronta un sinnúmero de juicios, incluso por supuestos delitos cometidos hace 25 años, cuando era ministro de Planeamiento.

Además de Doria Medina, están procesados o ya han sido sentenciados en juicios el expresidente Jorge Quiroga (2001-2002), el gobernador de Santa Cruz, Ruben Costas; el alcalde de La Paz, Luis Revilla, y el exgobernador de Beni Ernesto Suárez.

Según recuentos de la prensa, en los últimos ocho años los dirigentes opositores han afrontado más de un centenar de demandas.

El expresidente Carlos Mesa (2003-2005), que hasta ahora no tenía una demanda concreta en contra, ha sido advertido de que el Parlamento puede investigar una destrucción de documentos sobre gastos reservados ocurrida en 2004.

Todos los opositores han denunciado que Morales usa la Justicia como un instrumento de su venganza política y para sacarlos del escenario político ante las próximas elecciones, aunque el Ejecutivo siempre ha defendido que se trata de casos de corrupción.

Desde agosto pasado, el oficialismo y los movimientos sindicales y campesinos afines sostienen a coro que el resultado del referendo de febrero puede ser cambiado posiblemente en otro referendo y que Evo Morales debe buscar un nuevo mandato para el período 2020-2025.

Considerar las opciones políticas con tres años de anticipación puede parecer una exageración pero el objetivo de la posible reelección de Morales para un cuarto mandato y las denuncias de persecución a la oposición están en la actualidad diaria en Bolivia.

La Constitución boliviana solo permite dos mandatos consecutivos, pero Morales ya logró la autorización del Tribunal Constitucional para una tercera postulación. EFE

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