El ministro de Finanzas del Vaticano niega las acusaciones de pederastia - 800Noticias
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EFE

El cardenal George Pell, máximo representante de la Iglesia australiana y ministro de Finanzas del Vaticano, denunció una campaña de difamación en su contra al rechazar acusaciones sobre abusos a menores, informan hoy los medios locales.

Un equipo especial de la Policía del sureño estado de Victoria se encarga, desde hace más de un año, de las quejas contra Pell, que forman parte de los testimonios dados a una comisión gubernamental que investiga la respuesta de las instituciones a los abusos sexuales de menores en Australia.

Los detalles de los presuntos abusos sexuales cometidos por el «número tres» del Vaticano entre las décadas de 1970 y 1990 en las sureñas localidades de Ballarat, su pueblo natal, Torquay y Melbourne, todas en Victoria, fueron divulgados anoche por el programa 7.30 Report, de la cadena ABC.

«Sus manos tocando tus genitales y esas cosas por fuera de tu bañador o tus pantalones cortos. Entonces lentamente la mano se pone delante de tus pantalones o tu bañador o como quieran llamarlo», relató Lyndon Monument en el citado programa sobre el cardenal.

Monument es uno de los hombres que ha declarado que fue víctima de abusos supuestamente perpetrados por el entonces sacerdote Pell a finales de los 70 en una piscina local de Ballarat.

Damian Dignan, otra supuesta víctima, manifestó que Pell «te agarraba alrededor de los testículos y el ano», aunque la esposa de un exgerente de esa piscina asegura que el religioso nunca mostró una conducta inadecuada.

Un residente de Torquay declaró a la Policía que vio a Pell desnudo frente a tres niños en los camerinos de un club de surf en la década de 1980 y además la Policía de Victoria investiga el supuesto abuso cometido una década después por el entonces arzobispo de Melbourne contra dos niños de un coro.

«No he hecho nada malo», remarcó Pell en un comunicado emitido anoche por su oficina, en el que exigía «una investigación para evaluar cualquier acción de elementos de la Policía de Victoria y del programa ABC que pueda derivar en una conspiración para pervertir el curso de la justicia».

La ABC afirmó, por su parte, que el programa había sido «un trabajo periodístico de campo de meses, que incluyó el contactar a personas dispuestas a hablar frente a cámaras».

«El cardenal Pell es una importante figura pública y de la Iglesia católica y tiene una responsabilidad directa por la respuesta de la Iglesia sobre los abusos sexuales a menores», enfatizó la ABC en un comunicado.

Por su lado, el jefe de la Policía de Victoria, Graham Ashton, rechazó las acusaciones sobre las filtraciones de la investigación a los medios e indicó que el caso sobre Pell está en manos de la Fiscalía de Victoria, que aún analiza las evidencias.

Ashton precisó que existe la posibilidad de que Pell sea entrevistado en caso de que se contemple acusarlo formalmente antes de finalizar las pesquisas policiales, según la ABC.

Esta no es la primera vez que Pell ha sido acusado de abusos sexuales, ya que en 2002, cuando era arzobispo de Sídney, un hombre aseguró haber sufrido abusos sexualmente a los 12 años cuando Pell estaba formándose para ser sacerdote en el año 1961, aunque las investigaciones lo exoneraron.

Más allá del caso se abren interrogantes sobre el futuro de Pell, quien tiene pasaporte diplomático y no compareció en febrero pasado ante la comisión australiana que investiga abusos sexuales a menores argumentando problemas médicos.

«¿Ahora qué hará el papa Francisco con él? ¿Regresará a Australia? ¿Y qué significa para la estructura de poder del Vaticano?», se preguntó Michael Hewitt-Gleeson, experto australiano en asuntos de la Santa Sede, en un artículo publicado en la revista digital Crickey, al referirse a las acusaciones contra Pell.

«El papa Francisco tiene buenas razones para estar agradecido con Pell, su zar de las finanzas, por hacer un buen trabajo», apuntó.

El especialista explicó que «en junio pasado Pell le entregó su renuncia al papa como se acostumbra al cumplir los 75 años. El papa se la rechazó y mantuvo su capacidad para ejercer su cargo durante tres años más, lo que podría cambiar», apuntó.

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